CAPÍTULO 6

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CAPÍTULO 6

AYDA

Suspiro, terminando de aparcar en esa casa en la que me colé tantas veces a escondidas por la ventana de la habitación. Pongo el freno de mano y miro el porche blanco, con las manos rodeando fuerte el volante. Tengo miedo de entrar. De verles la cara de nuevo porque, quieras o no, les arrebaté el último año que podían pasar con su hija.

Cuando al fin me he armado de valor, salgo del coche y camino por el pasillo de concreto hasta subir las dos pequeñas escaleras y llegar a la puerta. A la derecha veo un pequeño botón y lo presiono. Escucho los pasos desde dentro hasta que la mujer, muy parecida a Eloise, me abre la puerta. Sus ojos rápidamente se abren con sorpresa y empiezan a cristalizarse, a la vez que tapa su boca con su mano.

—Lo siento...—susurro sintiendo mis ojos nublarse y ella niega.

Abre los brazos y los envuelve en mi cuerpo, apretándome contra ella, haciéndonos llorar a ambas a moco tendido. Sus manos acarician mi espalda suavemente, recordándome a las muchas veces que mi mejor amiga me consolaba y hacía justo los mismos movimientos.

Me aparta para mirarme a los ojos y acuna mi cara entre sus manos suaves y cálidas.

—No tienes que pedirme perdón por nada, querida. La hiciste feliz y estoy en deuda contigo.

Intento hacer un gesto en negativa con la cabeza, pero ella me agarra y asiente, indicándome que no puedo rechistar a eso. Me toma del brazo y me invita a pasar.

Llegamos a la cocina que tantas noches Eloise y yo asaltamos cuando nos quedábamos aquí a dormir, y sonrío con tristeza. Me siento en una de las sillas pegadas a la mesa y espero a que Georgia me traiga uno de sus chocolates calientes que tanto me gustan.

Después de un tiempo, lo deja en la mesa y le susurro un "gracias" con una sonrisa sincera. Soplo la taza humeante y espero a que algo me diga qué decir a continuación.

—Siento no haber ido al funeral. —murmuro mirándola a los ojos y ella hace un gesto restándole importancia.

—Los vuelos estaban colapsados, no importa. —sonríe y suspira. —Si quieres visitarla este es el sitio donde la enterraron.

Apunta en un papel todas las indicaciones para llegar a la tumba de Eloise Parker y asiento, tomándolo y dándole las gracias.

—¿Estás viviendo sola? —pregunta y siento la conversación un tanto forzada.

Niego después de beber de mi taza y pongo mis manos en mis muslos, apretándolos levemente con nerviosismo.

—No, estoy viviendo con Frank y su nueva novia.

Creo que en mi voz nota los celos y el dolor, puesto que abre los ojos con sorpresa y después pone una cara de pena.

—Sé cuánto querías a Frank, Ayda. Siento que por ir con Eloise tuvieras que dejarlo todo. Incluso a él.

—Yo lo decidí así. No es culpa de nadie salvo mía.

Suspira y se levanta. La veo salir de la cocina hasta que vuelve a entrar con una caja entre sus manos. La deja frente a mí y aparto la taza, levantándome para mirar lo que hay dentro de ese cartón. Veo fotos de mi mejor amiga y yo, recortes y diarios en los que escribíamos cómo nos sentíamos realmente.

—Es tuyo si lo quieres, creo que es lo justo.

Sonrío con felicidad y la abrazo.

Después de un tiempo salgo de su casa con la caja entre mis brazos y me despido con otro abrazo más. Subo a mi coche y empiezo a conducir después de mirar por última vez esta casa.

V I R A H ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora