Capítulo 3

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Claire Grace

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Claire Grace

Me encontré de frente con unos lindos ojos cafés, una sonrisa dulce y un educado Santiago haciendo una reverencia ante mí en modo de respeto.

Asentí una vez con la cabeza, agradecida por ello cuando volvió a su postura perfecta. Tenía ya varios meses que no lo veía. Las últimas veces que estuvo aquí, fueron en una cena cuando aún esperaba a Eliah, en el funeral de Eloy y por último en mi cumpleaños el año pasado.

No hice nada para celebrarlo, pero Santiago vino a darme un obsequio.

Me regaló dos cosas, ambas hechas por él, ya que su familia se dedica a hacer joyas; Por su parte, unos pendientes hermosos de cuarzos rosas, y una corona preciosa plagada de los mismos cristales, esa última vino por parte de Eloy.

Según lo que me contó su amigo el día que me la entregó, Eloy había mandado a hacer una corona con cuarzos rosas para mi cumpleaños número veintiuno. Así que Santiago me la entregó por él e hizo unos pendientes a juego.

—Majestad, es un placer volver a verla —tomó mi mano entre la suya y dejó un casto beso en el dorso de esta. Asentí una vez con la cabeza, sintiéndome halagada por aquel hecho.

—Sí vino —dejé salir casi en un susurro—. Qué gusto.

Vi al amigo de mi esposo sonreír con más dulzura de lo que ya lo hacía. Sus ojos siempre brillaban al verme.

—Tenía que hacerlo —respondió mientras soltaba con lentitud mi mano—. Es el cumpleaños del hijo de mi mejor amigo, añadiendo que es el heredero. Además, usted me invitó, su majestad. No sería bien visto si rechazaba la invitación de mi reina.

Asentí varias veces, con una sonrisa pegada a mis labios. Por pura curiosidad, miré a mi alrededor, revisando si todo se encontraba en orden.

No voy a negar que este baile me provocaba mucha ansiedad. Estoy aterrada de que algo vaya a pasar. No habíamos hecho un baile desde la fiesta de fin de año hace ya casi dos años, y en ese entonces, la guerra con los humanos no estaba en su máxima potencia, como ahora.

—Por supuesto —respondí con gracia, devolviendo mi mirada hacia el elegido—. Me alegra que haya venido.

—Me alegra que me haya invitado —contestó del mismo modo—. Y... ¿Dónde está el príncipe?

Al tiempo que el pelinegro mencionó a mi hijo, comencé a buscar a Cassiel o Julian con la mirada, pues es posible que estuviera con ellos, pero en lugar de uno de ellos, encontré a mi madre, cargando al bebé.

Le pedí a Santiago que me esperara un momento, este asintió. Me dirigí directamente hacia Aurora que me hizo saludar a las mujeres nobles que hablaban con ella.

Por otro lado, en cuanto mi hijo me vio, extendió sus bracitos hacia mí para que lo cargara, así que lo tomé entre los míos.

—Buenas noches, señoras —saludé amablemente a las mujeres—. Espero estén disfrutando la velada, aunque la noche apenas empieza.

La Unión {Elementales III}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora