Capítulo 22

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Claire Grace

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Claire Grace

—Sólo dígame el precio, excelencia —suelto ya fastidiada, apoyando mi frente en mi mano mientras tengo el codo contra el reposabrazos de mi trono—, no tenemos que hacer esto muy complicado, sólo tiene que darme un número y lo agregaré al pago que ya le hice por la comida del trimestre.

—Creo que no lo comprende, su majestad —comienza el duque con esa calma que a mí ya se me está esfumando—. Lo que llevo todo este rato tratando de decirle es que el grano aún no está listo, esa es la razón por la que no ha sido entregado.

—Eso es lo que llevo escuchando todo este rato, lo entiendo —sonrío para tratar de calmar la rabia que crece en mí—. Lord Villarroya...

—Daniel, por favor —me interrumpe el moreno—. Llámeme Daniel, su majestad.

Tomo una fuerte respiración, pues necesito agarrar toda mi tolerancia para así obligarme a no explotar. No puedo poner a este hombre en mi contra, si es que no lo está todavía.

Necesito que entregue los alimentos o voy a tener serios problemas con mi pueblo. No puedo dejar que alguien que está en el poder gracias a la monarquía, se levante en mi contra.

—Lord Villarroya, creo que podemos llegar a un acuerdo, así que coopere conmigo, ¿Sí? —vuelvo a sonreír, fingiendo amabilidad—. Dígame, ¿Qué suma solicita?, puedo hacer una excepción y pagarle nuevamente, a pesar de que ya lo hice.

—Como ya dije, el grano no está listo —me sonríe el duque de la misma manera—. Ahora si me disculpa...

—No lo hago —hablo para cortarlo y evitar que continúe—. Creo que el que no me entiende es usted. Déjeme lo pongo un poco más claro —me levanto del trono, parándome perfectamente derecha, para que note que ya estoy perdiendo la paciencia—. Sé que el grano está listo hace semanas, y no se tome la molestia de contradecirme —dije, ya que vi que tenía la intención de hablar para decirme que no estaba en lo correcto—. La cosa aquí, su excelencia, es que la comida se está acabando en los mercados y necesito que usted, como el buen hombre y político que es, haga su parte del trato y entregue la comida por la que ya pagué. No me importa si debo agregar más dinero a su bolsillo, sólo entregue el grano, por favor.

El moreno sonríe aún más ante aquello, pero niega con la cabeza. Daniel se acerca un poco más a los escalones de la plataforma en la que estoy parada. Se inclina un poco hacia adelante, en un gesto que se le hace a los niños cuando se les habla.

Por los dioses, hasta sus gestos para hablar desprenden irrespeto. Hace esas cosas como si no fuera la reina.

—Majestad, realmente lamento que se encuentre en esta situación —comienza, con una notablemente fingida pena—, pero le repito que el grano... No. Está. Listo.

Las comisuras de mis labios se extendieron a fuerzas, ya que me obligué a sonreírle en grande al duque.

No pienso dejar que se salga con la suya, no dejaré que me desafíe de esta manera.

La Unión {Elementales III}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora