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La puerta se abrió y era Elena quien entraba a la habitación para preguntar a Esme si ya quería desayunar pero vio que la chica ya estaba levantada sentada en el escritorio escribiendo algo.

—Buenos días niña, a qué se debe que madrugaste?– Esme volteo a verla sorprendida.
—Casi no pude dormir y me puse a escribir cartas a mi familia. Los extraño mucho.
—No puedo imaginarme lo que estás sintiendo, yo no tengo familia pero sé que es difícil estar lejos de ella.

Esme solo asintió y se quedó viendo las hojas que había frente a ella, pasó la mayoría de la noche escribiendo todo lo que había sentido desde que había llego a ese lugar, las esperanzas de poder salir de ahí y lo que haría en cuanto pudiera estar con su madre y Peter.
Elena vio la mirada triste de Esme y sintió pena por ella, no era como las otras chicas que habían estado antes, ella no disfrutaba el estar aquí, toleraba estar aquí porque sabía que no tenía opción, aunque ella nunca había estado de acuerdo con esta vida, quería que Esme se sintiera feliz para que la depresión no la matara antes que James.

—Desde que estás aquí no has salido al jardín, te gustaría que desayunar ahí?
—Creí que no podía salir de aquí.
—Pues el patio está dentro de la propiedad así que no estás saliendo de aquí, quítate tu pijama y te organizaré la mesa de afuera.
—Gracias Elena.

30 minutos después Esme ya estaba bajando las escaleras buscando a Elena, la mujer la guió hasta el jardín donde una mesa rectangular estaba llena de comida. El jardín era muy grande, había una piscina y un jacuzzi junto a esta, grandes árboles verdes y pequeños arbustos.
Esme se sentó en una silla y Elena comenzó a servirle comida.

—Elena no es necesario que me pongas la comida en el plato, porque mejor no te sientas conmigo?
—No se si tenga permitido eso.
—Se supone que estás aquí para atenderme no? Pues por primera vez haré caso a eso y quiero que te sientes conmigo, ademas solo estamos tú y yo.
—Está bien niña.– Elena se sentó y Esme le acercó un plato para que se sirviera.
—Es muy grande aquí pero le hace falta algo de vida, por qué no hay flores?
—Cuando el Señor llegó a esta casa quito las flores que había porque dijo que arruinaban la estética de la casa.
—Pues si la estética que quieres es que parezca comentario hizo lo correcto.

Escucharon que la puerta se abrió y era Wanda quien se dirigía a la mesa con un plato vacío.

—Me dijeron que aquí estabas, fui a tu cuarto a buscarte para desayunar juntas.– Wanda se sentó y empezó a poner comida en su plato.— Estoy hambrienta como no tienes idea, ese hombre anoche me dejó cansadísima, te lo juro que parece que no tiene llenadera, en serio que su pene casi me llegó a los ojos de tan fuerte que lo  metió.
—Pero no te ves disgustada.
—Claro que no, me canse pero sabe cómo hacerlo, te hubieras unido a nosotros.— Wanda le agarro el brazo a Esme y está se puso colorada de los cachetes.
—Ya te dije que yo no estoy aquí para... eso.
—Sabes Esme, eres una mujer muy linda pero te hace falta soltarte más y créeme que yo te ayudo con todo gusto.
—Así está bien, no te preocupes.
—No siempre puedes satisfacerte tu sola, a veces es bueno algo de ayuda.— Esme sintió como la fresa que se tragó se le atoraba.

Elena se acercó rápido a Esme cuando empezó a toser, sentía que los comentarios de Wanda en cualquier momento harían que Esme se desmayara de la vergüenza.

James se estaba poniendo su traje, se sentía como nuevo después de la cogida que le había dado la noche anterior a la chica pelirroja, no sabía su nombre y no le importaba, lo único importante para él era tener un cuerpo donde meterlo.
Desde su habitación miraba como las jóvenes estaban en el jardín desayunando, le parecía curioso la gran diferencia entre las mujeres que habitaban su casa en ese momento.

Líderes -Bucky Barnes-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora