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CAPITULO 121

Los nobles de la Cámara no se movieron hasta que el sirviente se llevó a la Condesa Sonia, que lloraba.

El Emperador está quieto en su lugar, porque en su corazón quería recoger la noticia de su escándalo.

Como no podía acercarse, sus ojos se pusieron en blanco y por fin alguien dio un paso adelante.

“Parece que todos tienen el mismo cariño por mí sobrino”

Era Rebecca Armand como una pelota delgada.

Como si no tuviera miedo, caminó un poco y habló directamente con una expresión triste en su rostro.

“En ese sentido, lo siento mucho. Su Majestad. Ni siquiera dice una palabra o dice nada sobre la muerte de la Reina hasta el final. ¿Está seguro de que no podrá decirle a esta tía lo que está pasando?”

Acercando su rostro al Emperador, susurró en voz alta que nadie más podía escuchar.

“No es como si realmente estuvieras jugando al amor”

“Es un juego de amor…………”

El Emperador, que había estado murmurando en voz baja, sonrió.

Era una sonrisa como si un cuchillo hubiera sido apuñalado y la sangre brotara de su boca.

En el momento en que los ojos de Rebecca se abrieron un poco, prestó atención a su expresión y habló en un tono tranquilo como siempre.

“No sabía que a mi tía le importaría tanto. Si se trataba de una Princesa, la habría visitado en su estudio personal, por lo que la estaba recibiendo en secreto como una invitada distinguida. Sin embargo, finalmente se supo….....”

El Emperador, que quería pensar por un momento, de repente miró al Marqués de Kaleone y al Marqués de Jafar y continuó hablando.

“Estoy pensando en celebrar un baile oficial de bienvenida pronto”

Los dos hombres, que eran respectivamente los jefes del Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio del Interior, negaron con la cabeza.

“Sí Sí. Es una buena idea. Dado que la única Princesa del Reino de Porún ha venido, debe ser recibida con grandeza”

“Entonces comenzaremos a prepararnos de inmediato”

“¡Oh, debe ser como gastar mucho dinero en poco tiempo!”

La atmósfera dura en la sala del consejo fue aliviada de inmediato por el Ministro de Finanzas, El Duque Persson, fue quien dijo que Su Majestad era frugal y no divertido.

El Emperador salió de la sala del consejo sin ninguna reacción y caminó por el largo pasillo. Rebecca no apartó los ojos de él hasta que su cara posterior comenzó a desvanecerse.

Algo era extraño.

Por un momento, hubo una brecha.

Sintió que estaba asomándose a una parte que nunca había visto y que no debería haber podido ver.

Menea Menea. Rebecca sonrió y sacudió su cuerpo peligrosamente, como si su energía medicinal se elevara demasiado tarde.

Era débil, como si la luz del sol pareciera desaparecer en la distancia.

♦♦♦

Deon, que regresó a la oficina, se sentó en una silla y comenzó a examinar los documentos.

¡Entonces Hughes se arregló! ¿No es más ruidoso tapar los documentos con las manos?

“Hay no”