4. Rompiendo Reglas.

74 8 2
                                    

Me dolía la cabeza de seguir pensando en como salí huyendo de la habitación del señor Laing, patética niñita boba. En mi cabeza habían muchas líneas sin una conexión precisa, y quería saber en realidad lo que significaban sus palabras.

"Este es nuestro único lugar seguro".

Ni si quiera me conocía, y yo ni si quiera podía tener expectativas con un hombre con su perfil y porte, suena incluso estúpido, me acaba de conocer y yo a él. Aunque si soy honesta, lo había visto en una película hace poco. Y sólo vi esta película porque me apareció en sugerencias, si no, jamás lo hubiese visto. Y ni siquiera se parece a su personaje, él no tenía el cabello largo y negro, no tenía ojos verdes, no tenía esa mirada, podría decir que ni si quiera era el. Este es diferente. Estúpido, pero diferente.

Ni siquiera había podido dejar de pensar en él y era mi tonto día de descanso, ya estaba por ir a la cama para dormir, así que simplemente me decidí a leer un libro, Amor y Prejuicio, y no pasó tanto tiempo, así que pude quedarme profundamente dormida.

Al día siguiente desperté sin ganas, eran las cinco de la mañana de un día más de trabajo, me sentía cansada, había dormido tan chueca que me dolía el cuerpo. Realice el aseo de mi habitación, y me di una ducha para salir a tomar algún desayuno pequeño antes de ir al hotel. Coloque un abrigo, hacía un poco de frío, y deje mi cabello suelto para secar al aire libre. Tome mi bolso, mi teléfono, mis llaves y salí de mi pequeño apartamento para tomar en dos esquinas más el bus.

Aproximadamente veinte minutos de camino para llegar al hotel y me adentre de forma instantánea. Saludo a todos, como siempre, y voy a colocarme el uniforme que me dieron en tintorería. No era mi uniforme deluxe, ni el golden, tampoco era un uniforme nuevo.

-Este no es mi uniforme- digo calmada.

-Lo siento mucho Sarah, me temo que quemaron tu uniforme ayer al plancharlo y Cloe pidió que se te diera ese- señalaba Kim el uniforme.

-Comprendo, gracias- sonreí a medias.

No quería usar este uniforme, no quería ponerme este uniforme, simplemente no. Este uniforme catalogaba a las mucamas, y es común aquí, azul cielo si es básica, rosa si es premium, amarillo si es golden, y azul marino si es deluxe. Pero este uniforme gris sólo lo usaban las mucamas que tienen mucha mucha experiencia en lo que hacen, años y años trabajando por este uniforme, y yo lo obtuve simplemente porque quemaron el mío.

Ni siquiera Trina tenía este uniforme aún, de alguna forma me sentía incomoda, así que lo que menos quería era mostrarme ante las demás. Aunque era tonto, tenía que verlas si o sí.

Firme mi entrada con Mike, y tomé mi carrito con productos que quizá el señor Laing necesitaría hoy, además coloque sábanas limpias, edredones, almohadas y cortinas. Toallas nuevas sobre todo. Hoy se cambiaría toda la línea blanca de la habitación, dejándola como nueva.

Subí en el ascensor de empleados hasta el penthouse, y camine hasta mi habitación. Abrí con la clave y me adentré sin hacer mucho ruido.

No escuchaba nada, no veía a nadie, parecía que estaba sola. Observé por todos lados y tampoco había rastro de una nota.

En mi imaginación, estaba dándome una abofetada, por tonta.

No me gustaba malinterpretar las cosas, no me gustaba malinterpretar las palabras. No me gusta pensar que alguien me dijo algo que en realidad no es, y eso me estaba pasando ahora.

Supongo que solo fue amable, supongo que le caí bien como mucama, y que me dejó la nota por mera cortesía. Y que el café que insinuó el otro día solo fue por seguir con una platica trivial. Sin aspecto privado, sin nada. Y que el hecho de decir que este era nuestra lugar seguro solo fue por cuidarme a mi de un despido y cuidarse el de la prensa. Simple.

Fuiste un Error   |Tom Hiddleston| [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora