40. De Vuelta.

53 9 0
                                    

Robert.

Estaba sentado en la orilla de la camilla del hospital, esperando a que llegarán por mi, para llevarme a casa.

Me sentía un poco mejor, aún tenía dolor corporal, y debía regresar en una semana, y luego en dos, y después en un mes para seguir con los chequos médicos, pero por fin podría volver a casa.

Veo al médico entrar por la puerta y me pide que firme mi hoja de alta, no veo a mamá, no veo a Richard y tampoco veo a Sarah.

Le entrego la tablilla al médico para que revise si está en orden el papeleo y sólo asiente, me dice que en un momento más vendrá mi novia por mí.

Sonrió porque sé de quien se trata.

Me dice también, que puedo entrar al baño a cambiarme, sólo si puedo sólo, o si prefiero que venga un camillero a ayudarme o puedo esperar a mi familiar para que sea un poco más útil y rápido. Le respondo que no hay problema y que puedo hacerlo por mi cuenta.

Me bajo de la camilla con precaución y camino hacía el baño tomando en mi mano izquierda mi ropa doblada, a pasos lentos, después de unos minutos llegó y me adentro cerrando la puerta para que tenga un poco de privacidad.

Deslizó la bata del hospital con cuidado, con el mismo cuidado de no mover la venda que aún rodea mi tórax y costillas, la depositó en el cesto de la basura tal cual me han indicado el médico y me siento en la banca que hay dentro del baño para poder tener un mejor control de mi equilibrio.

Coloco mi bóxer y mis calcetines con mucha precaución, una playera blanca de manga corta y luego deslizó el jogger que he visto antes en mi closet. Me dejo las pantuflas porque si me agacho de más, comienza a doler nuevamente.

Me coloco la sudadera y salgo del baño para esperar en la habitación a que llegue Sarah.

Escucho unos tacones cerca de la habitación pero no le tomo tanta importancia, termino de acomodar y alisar mi ropa y entonces la veo entrar.

Tacones escandalosos, ese vestido verde esmeralda que usaba de forma continua y su cabello rojizo, labios carmín.

Margaret.

La miro extraño, ella no debería estar aquí.

-¿Que haces aquí?- digo mientras la veo acercarse a mi.

-Mi amor, por favor, he venido para llevarte a casa- dice y cierro los ojos pensando que todo es una broma.

-No, yo estoy esperando a Sarah.- digo serio.

-Robert, cariño, nos casamos hace una semana, ¿lo olvidaste tontito?- toma el cuello de mi sudadera y lo acomoda.

-¿Qué?- digo atónito.

-Lo sé cariño, no muchas persona solo tomaron bien, tú amigo se fue a Brasil, y la mucama, bueno, ella, ya no es un problema- sonríe descaradamente.

-¿Que hiciste con ella?- digo molesto, siento que el aire comienza a faltarme, el pecho me oprime, mi vista es borrosa.

-Quizá hice que pareciera un accidente, el auto donde iba ella y su prometido cayó por un puente, lo siento tanto- el corazón me comienza a latir más y más fuerte y me veo a mi mismo cayendo en cámara lenta al suelo.

Recuperó el aire que ya no sentía y abro mis ojos de golpe, el monitor hace un ruido chillante raro, que lástima.

-Robert- escucho la voz de Richard preocupada.- ¡Sarah!- lo escucho gritar de forma frenética.

Veo un hombre de bata blanca que corre hacía mi y luego veo a Sarah colocarse al costado de mi camilla.

-Suministren un betabloqueante.- grita y me ve fijamente.

Fuiste un Error   |Tom Hiddleston| [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora