19. El Silencio.

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No había dejado de llorar en toda la noche, y me di cuenta cuando vi que estaba aclarando la luz por las ventanas. Me levanté de él sofá y camine hasta mi habitación cerrando la puerta tras de mi.

Me quité la ropa, y me metí dentro de las sábanas, cerrando mis ojos y quedando profundamente dormida después de estar despierta durante toda la noche.

No la estaba pasando nada bien, me sentía rara, aun no comprendía que sentimiento era el que mejor me describía en estos momentos, sólo sé que aún ni si quiera había podido llorar como me gustaría.

Como si me hubieran quitado la voz durante este tiempo, porque ni si quiera un sollozo salió de mi boca, solo las lágrimas salían de forma automática de mis ojos y miraba la ventana.

Tenía que aclarar tanto y nada a la vez, pero mientras eso pasaba, cerré los ojos quedando en un profundo sueño.

Desperté por el sonido de mi móvil a lo lejos, abriendo los ojos de golpe buscando alredor de mi, tomándolo del buro donde lo había dejado hace un rato.

-¿Hola?.

-Buenas tardes señorita Anderson, le llamamos del Hospital Saint Thomas, del área de recursos humanos para revisar su solicitud de contratación, ¿se encuentra usted ocupada?.

-No, en absoluto, dígame.

-Que bueno, si, le llamamos para decirle que sus documentos están en orden y a disposición ya del comité de contrataciones, y nos piden agendar le una cita para conocerla y realizarle un pequeño cuestionario de forma presencial. El día de mañana tenemos un espacio disponible, a las diez de la mañana en el hospital, ¿Podría asistir a esa hora o prefiere que atendemos en otro día?

-Mañana está perfecto- dije tomándome la cabeza.

-Perfecto señorita Anderson, su cita queda agendada para el día de mañana a las diez de la mañana. Le pedimos por favor que traiga consigo una fotocopia de sus documentos solicitados. Si el cuestionario termina con éxito se le pedirá que firme su contrato para su próxima contratación.

-Está bien, perfecto, muchas gracias.

-La esperamos el día de mañana señorita Anderson, le agradezco su atención. Que pase una excelente tarde.

-Gracias, igualmente.

-Hasta luego- dijo mientras colgaba la llamada.

Mire la ventana y no había sol alguno, estaba nublado, no sabía cuando tiempo exactamente llevaba durmiendo pero no podía seguir así.

Encendí mi móvil y mire el reloj, las tres de la tarde y minutos. Salí de la cama y me dirigí a tomar una ducha antes de hacer cualquier otra cosa.

Tomándome mi tiempo y sin presionar nada.

Al salir, me coloque mi ropa interior y mi bata por encima. Quite todo los blancos de la cama y la comencé a acomodar nuevamente. Abrí la cortina y la ventana. Acomode cualquier desperfecto y salí de la habitación directamente al cuarto de lavado colocando una lavadora y después a la cocina. Tomando cualquier cosa para comer, no tenía ganas, no tenía apetito, pero lo hacía porque sabía que tenía que comer por salud.

Así pasé el resto del día, hasta que fue momento de regresar a la habitación, volví a entrar en las sábanas, no tenia ganas de hacer absolutamente nada, sentía un nudo en la garganta que me impedía hablar, pero en realidad no era necesario, era una de las ventajas de vivir sola, no tenía que hablar con nadie ni dar explicaciones de mi estado actual. Sólo yo sabía que estaba viviendo y como me estaba sintiendo.

Y en lo único que pensaba era en mamá, en la última vez que hablamos por teléfono hace unos días y sin querer me lo advirtió, ella sabía que nuevamente pasaría por una etapa de desamor como la pase con mi antiguo ex novio, aquí el problema es que en realidad Robert y yo nunca tuvimos nada.

Fuiste un Error   |Tom Hiddleston| [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora