Quince minutos después Marshall las tenía a todas en fila, incluida Fionna, todas mirándolo ceñudas.
- ¡No puedo creer que nos hagas esto! -le soltó ella, pero sopló obediente por el analizador de alcoholemia.
-Soy policía. De ningún modo pienso permitir que conduzcan hasta haber comprobado que están bien. -Observó la lectura del aparato y sonrió al tiempo que sacudía la cabeza-. Menos mal que estoy yo aquí, nena, porque no vas a ir conduciendo a ninguna parte. Estás ligeramente por encima del límite.
- ¡No es cierto!
-Sí lo es. Vamos, bebe un poco más de café y guarda silencio mientras examino a las demás.
Cheryl estaba bien. T. J. también. Luna lo estaba apenas.
- ¡Has hecho trampa! -acusó Fionna con expresión borrascosa.
- ¿Cómo diablos voy a hacer trampa? ¡Has sido tú la que ha soplado!
- ¡Entonces es que está mal! No funciona. Todas hemos bebido de lo mismo. ¿Cómo voy a estar yo por encima del límite si ninguna más lo está?
-Ellas pesan más que tú -explicó Marshal con paciencia-. Luna está cerca del límite, pero dentro de lo legal. Tú, no. Yo te llevaré a casa.
Fionna puso cara de niña enfadada.
- ¿Qué coche vamos a dejar aquí, el tuyo o el mío?
-El tuyo. Que parezca que Luna tiene compañía, por si a alguien le da por mirar en el aparcamiento.
Aquel razonamiento la convenció. Todavía ponía mala cara, pero al cabo de un minuto dijo:
-Está bien.
Con sólo unos cuantos contratiempos más, Marshall consiguió meterla en el todoterreno, donde rápidamente se echó a dormir otra vez. Se despertó lo bastante para entrar en la casa de él por su propio pie, pero se quedó mirándolo ceñuda cuando él abrió el grifo de la ducha y empezó a quitarse la ropa y luego a desvestirla a ella.
- ¿Tenías la intención de lavarte la cabeza? -le preguntó.
-Sí.
-Bien. Entonces no te importará que haga esto. -La levantó y la metió en la ducha, directamente debajo del chorro de agua. Ella tosió y escupió, pero no forcejeó. En cambio dejó escapar un gran suspiro, como si el agua le produjera placer.
Una vez que tuvo el pelo enjabonado y aclarado, dijo:
-No estoy de buen humor.
-Ya me he dado cuenta.
-Siempre estoy irritable cuando no he dormido lo suficiente.
-Oh, ¿es ése el problema? -replicó Marshall secamente.
-En gran parte. Por lo general me pongo muy contenta después de haberme tomado unas cervezas.
-Anoche estabas contenta. Pero esta mañana ya es otra historia.
-Tú crees que tengo resaca. Pues no. Bueno, un poco de dolor de cabeza, pero no mucho. Que esto te sirva de advertencia por si esta noche vuelves a impedirme dormir.
- ¿Que yo te he impedido dormir? ¿Yo? -repitió incrédulo-. ¿No eres la misma mujer que ayer me sacó a empujones de un profundo sueño a las dos de la madrugada?
-No te di ningún empujón. Más bien boté encima de ti, pero no te di ningún empujón.
-Conque botaste -repitió Marshall.
-Estabas empalmado. No podía desperdiciar aquella erección, ¿no?
-Podrías haberme despertado «antes» de empezar a no desperdiciarla.
-Mira -dijo Fionna exasperada-. Si no quieres que la use, no te tumbes de espaldas con ella sobresaliendo de esa forma. Si eso no es una invitación, no sé qué es.
-Estaba dormido. Esas cosas suceden por sí solas. -De hecho, en aquel preciso instante estaba sucediendo lo mismo por sí solo. Fionna notó que la pinchaba en el estómago. Bajó la vista... y sonrió. Fue una sonrisa que hizo que sus testículos se tensaran de miedo.
Con un resoplido de desdén, Fionna se volvió de espaldas e hizo caso omiso mientras terminaba de ducharse.
- ¡Eh! -dijo Marshall para atraer su atención. Su tono era de alarma-. No irás a dejar que se desperdicie esta vez, ¿no?Lograron llegar a la funeraria a tiempo, pero por los pelos. Marshall llevó a Fionna a casa de Luna para que recogiera el coche, de modo que si el asesino acudía al funeral no la vería apearse del todoterreno de Marshall y así no averiguaría dónde estaba viviendo. Con el Cobra guardado en el garaje de él, tenía que aparcar el todoterreno en el camino de entrada o en el garaje de Fionna, lo cual era un fastidio porque ella no tenía la puerta de apertura automática.
Se sentía relajado, y Fionna también estaba de un humor infinitamente más dulce. El sexo medicinal era algo estupendo. Había logrado resistirse a él durante cinco minutos enteros, pero justo cuando Marshall empezaba a sudar de verdad, se enroscó a él con una chispa en aquellos ojos y le susurró:
-Me siento un poco tensa. Creo que necesito relajarme.
Estaba impresionante, se dijo Marshall observándola desde el otro extremo de la habitación. Llevaba un traje azul oscuro ceñido que le llegaba justo por la rodilla, y unos zapatos de lo más sexy. Fionna dejó que él la mirara mientras se ponía lo que ella llamaba su «cara de funeral». Evidentemente, las mujeres contaban con una estrategia de maquillaje para cada ocasión. El perfilador y el rímel eran resistentes al agua, para evitar corrimientos. Nada de base ni colorete, porque iba a abrazar a gente y no quería dejar manchas en la ropa de nadie. Y una barra de labios a prueba de besos de un color que ella denominó un «discreto malva», aunque Marshall no tenía ni idea de qué demonios era el malva. El lápiz de labios que llevaba Fionna parecía rosado, pero las mujeres no podían decir simplemente «rosa».
Las mujeres eran una especie diferente. Alienígenas. Aquélla era la única explicación.
Cheryl vestía de negro y lucía un aspecto muy digno. Su marido se había reunido con ella y estaba de pie a su lado, sosteniéndole la mano. T. J. llevaba un traje verde oscuro, y también iba acompañada de su marido. El señor Yother era el típico americano de aspecto pulcro, con el cabello castaño cuidadosamente peinado y de facciones regulares. No sostenía la mano de T. J., y Marshall se fijó en que ésta tampoco lo miraba con mucha frecuencia. Allí pasaba algo, pensó.
Luna iba vestida con un vestido rojo entallado que le llegaba a media pierna. Estaba, simplemente, preciosa. Se acercó hasta Fionna para reunirse con ella, y Marshall se aproximó para oír lo que decían.
-A Clara le encantaba el rojo -dijo Fionna, sonriendo a Luna y buscando su mano-. Ojalá se me hubiera ocurrido a mí.
A Luna le temblaron los labios.
-He querido despedirla con estilo. Esto no es de mal gusto, ¿verdad?
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El hombre perfecto (fiolee)
FanfictionAutor(CREADORA): →Rariana8 en DevianArt ← Representa en Wattpad: @Silence_SWS ¡Muchas gracias! Por leer, votar y comentar. [LA HISTORIA NO ES MÍA] ✅HISTORIA FINALIZADA✅