Carta de amor imprevisto

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Hola, de nuevo.
Me vi sometido a volver aquí, a escribirte. Por razones destinadas, a lo mejor.
No importa a dónde vaya, no importa con quién vaya, no importa cuándo sea, siempre estás ahí. Tu nombre, tu ausencia, tus recuerdos me persiguen como si no hubiera un mañana.

Estaba seguro que al fin me había despedido para siempre, seguro de haber dejado un profundo hueco que abría las puertas del olvido.
Al parecer me equivoqué.
Conocí a muchas personas, visité muchos lugares. Mi mente era nueva, me sentía libre como un pájaro por las mañanas volando por encima de las montañas.

Era como el agua pura en un vaso de cristal fina, y los recuerdos eran un líquido contagioso y venenoso. De poco en poco el agua cristalina fue empezando a oscurecerse. Y tu nombre, fue la gota de agua que derramó el vaso.

De repente, mi mente se inundó de tu voz, de tu forma de ser y el cómo me hacías sentir.
Tus ojos son el dolor del que siempre traté de esconderme, tu sonrisa el alivio de mi existencia en éste infierno al que llaman realidad, tu presencia la razón de no morir quemado en las llamas de mi propio sufrimiento.

Existió una chispa que propagó un incendio en un reino entero reducido a cenizas.
Un noble aventurero envenenado por un odio mermado por la imposibilidad de la perfección.
Un venado en víctima de un feroz lobo hambriento
Tu nombre, volvió a mi mente.
Incluso estando rodeado de tantas personas, incluso haberme distraído y enfocado en otros asuntos, incluso las noches en dónde el viento susurraba; la vela del recuerdo seguía encendida, y junto a ella, un libro repleto de momento inolvidables.

Sentía que te habías marchado, que habías cerrado la puerta y la llave perdida en lo profundo del mar. Pero se nos olvidó por completo el hecho de cerrar nuestra mente, nuestro corazón, nuestro pasado y nuestras heridas sin sanar.

Nunca fuimos nada, pero sentíamos todo, y era impresionante. Estábamos llenos de ira y alegría tomadas de la mano, porque cada momento a tu lado era maravilloso. Cada palabra, una historia sin terminar.

Ya sé. Ha pasado bastante tiempo desde que nos dejamos de hablar, y no he vuelto a saber nada de ti.
No sé si sigues mirando la luna por las frías noches.
No sé si mantendrás una vela encendida en la mesilla al lado de tu cama.
No sé si tan sólo recuerdas mi nombre.
No sé si recuerdas todo lo que nos prometimos: una vida juntos, caminando por el sendero infinito del parque.

Sí, lo recuerdo a la perfección, de arriba a abajo, de derecha a izquierda. Es un completo dolor al corazón no haber cumplido tal promesa y sé que eso nos afectó.
Hoy tal vez sea un día más, todo sucede tan rápido. Hay tantas cosas que quisiera contarte, pero mi corazón en estos instantes está bombeando lágrimas llenas de dolor y sufrimiento.

¿Qué será de ti en estos momentos?, me pregunto si estarás acostada en la cama, manteniendo en tus delicadas manos alguna carta, algún libro, o una foto tan siquiera.

Nos hemos alejado, y sabemos los dos por similitud que no podemos volver.
Tal vez esto sólo era de paso. Estábamos destinados a que sucediera, y no lo sabíamos; la vida nos tomó por sorpresa.
Tal vez estés derramando lágrimas, o me hayas olvidado y sigas con esa hermosa sonrisa cubierta por las suaves manos intimidas.
Tal vez estés enamorando a otra persona sin siquiera saberlo.
Tal vez estés cantando tu melodía favorita, pintando una auténtica obra de arte, o escribiendo un hermoso relato de amor.
Tal vez estés soñando algo bello, o creando una horrorosa pesadilla.

Tal vez, sólo tal vez... me estés recordando.

Cartas a destiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora