Carta de amor ilusionado

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Me ilusioné.

Me ilusioné y lo admito.
Me ilusioné al pensar que podría ser feliz, que podría sonreír.
Me ilusioné al pensar que esa chica sería la indicada, pero no fue así.
Ella no era realmente lo que mostraba.
Me ilusioné al pensar que ella estaba bien, que sonreía sin dolor en la espalda, o que hablaba sin dolor en el talón derecho.

Me ilusioné, y lo admito.
Porque es tan extraño ver que somos una pareja ideal, que somos una pareja de esas que ya no hay. De dos.
No de uno, ni de siete, tampoco uno y medio, o dos y un cuarto. Dos.
El destino puso mi camino cruzado con el tuyo, simplemente pasaron 17 años para que finalmente chocaramos. Y ahora, no importa qué tanto me quiera alejar, no importa si me voy a la derecha y tú a la izquierda.
No importa si hablo con otra chica, o si canto otra canción, no importa si desayuno dos pan tostados y un jugo, o ceno mi comida de mañana.
No importa si camino tres kilómetros, o si excento alguna materia. No importa si cierro mis ojos y tapo mis oídos. Pues siempre llegas a mi mente.
Siempre hay algo que me recuerde a ti. A tu voz, a tu piel, a tus ojos, a tu cabello. Algo que me haga sentir que sigues conmigo, a mi lado, que estamos juntos y que nunca nos alejaremos. Porque de verdad no importa qué tanto corramos en direcciones aleatorias, ¡el mundo es semi-redondo y siempre cruzaré contigo en algún determinado segundo!
Tal vez hoy, o mañana. Quizás ayer cruzamos, o quizás dentro de dos minutos vuelva a tenerte en mis brazos.
Pero me ilusioné. Te juro que me ilusioné.

Imaginé una vida a tu lado, siendo felices, riendo alto, llorando de alegría, perdonando mucho y culpando poco. Imaginé una vida sin enfermedad y sin preocupaciones.
Imaginé estando a tu lado, viendo un amanecer; de esos amaneceres que nunca he visto.

Me ilusioné. Y lo admitiré hasta quedarme sin saliva.
Me ilusioné al pensar que podría bailar un tiempo de vals contigo, un dos tres, un dos tres, sin parar de bailar.
Me ilusioné al pensar que podría cantar un clásico de Édith Piaf, quand il me prend dans ses bras, Il me parle tout bas, Je vois La Vie En Rose.
Me ilusioné al pensar que podría tomar tus manos, mirarte a los ojos, verte sonreír, observar tus cachetes sonrojados, tomar tu piel tan suave y cálida, tomar tu cintura con un brazo y tomarte con el otro.

Me ilusioné con un mañana, y el bello recuerdo de un ayer en la noche.
Me ilusioné con tu sonrisa, con tus bellos ojos.
Me ilusioné con tus palabras, y tu jugar con el cabello.
Definitivamente me había ilusionado con tu ser, con tu existir, tu cuerpo, tu alma, tu mente, tu todo.
Me había ilusionado de un amor casi imposible, sin retorno, sin palabras o mermelada.
Un amor casi tuyo o casi tan mío.
Me ilusioné que podría ser un tú y yo.
Amor, me ilusioné.

O eso fue lo que pensé...
Ayer fuimos.
Hoy somos.
Mañana seremos.
83 años.
Y la siguiente vida, igual.

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