Capitulo 6

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GIORGIA

A Dónde Vamos (Morat)

14 de agosto

Puse la cafetera en marcha. Hoy me toca el turno de tarde en la cafetería. Estos últimos días apenas he visto a los chicos, ya que jugaron en Bilbao y entre entrenamientos suyos y turnos dobles aquí ha sido imposible. Las que si vienen aquí casi todo el dia son Sira y Gabi. Ya sea a tomar algo o simplemente para acompañarme un poco. Pero hoy tienen doble entrenamiento porque el fin de semana tienen una competición bastante importante.

Angelo es la cafetería familiar desde que mi tío, Andrea, y mi abuela, Stella, vinieron a vivir a Barcelona, justo cuando yo nací. Desde entonces, la cafetería ha estado abierta, y con mucha clientela, ya que estamos en una zona bastante visitada y frecuentada de Barcelona. Ahora, con toda la familia Angelo ya en Barcelona, mi hermano y yo trabajamos en verano y cuando no tenemos muchos exámenes o deberes.

–¿Me pones un Colacao fresquito? – pregunta una voz familiar justo detrás mío.

Al girarme, veo a Pablo, con la ropa del entreno y el pelo revuelto. Su sonrisa me contagia, y acabo con una expresión entre sorprendida y emocionada.

Pablo. En Angelo.

–¿Pero que haces aquí? – digo, sorprendida –. Hola. Y claro, ahora te lo pongo.

–Hemos acabado el entreno y se me ha ocurrido venir a ver y hacer compañía a una italiana aburrida en su trabajo.

Rio por lo bajo y niego con la cabeza.

Saco un vaso, la leche de la nevera y la echo. Después, busco un sobre de Colacao y se lo hecho. Remuevo un poco y se lo doy al sevillano.

–Su Colacao.

–Giorgia ponme un café descafeinado para lle – dice mi hermano, entrando a la barra, pero se queda petrificado en cuando ve a Pablo. Normal, es del barça y ver a uno de sus jugadores ahí sentado como si nada debe impactar.

–¿Gavi? – pregunta, sorprendido.

–El mismo. ¿Es tu hermano el del futbol? – me pregunta, mirándome.

– Si.

Enzo nos mira extrañado.

–Os conocéis? – pregunta.

–Una larga historia – le respondo.

Mi hermano le pide una foto a Pablo mientras yo sirvo lo que me ha pedido. Se lo doy y el se va, pero poco tarda porque enseguida vuelve para charlar con Pablo.

–Porque no invitas a Pablo? – pregunta mi hermano. Ya se a lo que se refiere, y estoy segura de que no querrá venir.

En dos días, vamos el dieciséis, es mi cumpleaños. Cumplo dieciocho, y mi familia ha organizado una cena con los Angelo, Gabi, Sira y Ferran. Vamos, los de siempre.

– ¿Invitarme a qué? – pregunta el nombrado.

–Es una chorrada – digo, antes de que mi hermano le diga todo.

–¿Una chorrada tu cena de cumpleaños número dieciocho? – dice mi hermano, alarmado.

–¿Es tu cumple? – pregunta el sevillano.

–El dieciséis. Pero si no puedes o no quieres venir no pasa nada, total de gente que conozcas más solo va Ferran, y ya.

–Antes venia Guzmán, pero bueno, normal que ya no venga si va a venir él.

Al rato, mi padre sale de la cocina.

–¿Gavi? – pregunta el sorprendido.

–Si – digo, algo cansada –. Gavi, el del barça, sentado aquí en nuestra cafetería. Lo conocí hace unos días.

Mi padre se presenta a Pablo y charlan un rato. Me siento algo mal, Pablo ha venido con toda la buena intención, y mi padre y mi hermano no paran de atosigarle a preguntas de todo tipo. Incluso le han preguntado que si era mi novio. De locos, vamos. Solo conozco a Pablo de una semana. Y no quiero alejarlo. Es un chico super majo y muy bueno con todos.

Al terminar mi turno, el cual acaba y Pablo sigue en el local, ya que, por mucho que le insistiese no quería irse, recojo mis cosas y nos vamos.

–A donde vamos? – pregunto.

–Donde quieras. Pero sigo sin creerme que no me hayas dicho que es tu cumpleaños pasado mañana.

–No sabia si tenías partido o algún plan. No quería que te sintieses obligado a venir. Además, me conoces desde hace una semana o menos.

–No tengo planes. Y no me siento obligado a ir solo porque tu hermano haya insistido.

Asiento. Caminamos en silencio por las calles de Barcelona. No hay mucha gente, y un par de personas paran a Pablo a hacerse fotos. Me piden a mi que haga la foto y hago varias. Mas gente comienza a acercarse y me acabo convirtiendo en la fotógrafa improvisada. Mucha gente nos pregunta que somos, en especial muchos me preguntan que si soy su novia entre otras cosas.

Cuando la pequeña marea de gente se dispersa, volvemos a caminar a nadie sabe dónde.

–Siento si te han incomodado las preguntas. La gente a veces es muy cotilla – dice el, algo avergonzado.

–No tranquilo. No importa. Somos amigos, ¿no? – digo.

El asiente.

–Si. Amigos.

Pasamos un tiempo en silencio. Ninguno dice nada hasta llegar a una pequeña plaza.

Pablo mira su móvil y niega con la cabeza.

–Mierda – murmura por lo bajo –. Giorgia tengo que irme. Es algo urgente. Lo siento. ¿Nos vemos el dieciséis? – pregunta.

Asiento y el se despide con la mano. Quiero abrazarlo, pero justo cuando me dispongo a hacerlo, el ya se marcha por donde hemos venido.

Tras caminar un buen rato, llego a casa. Mi padre esta haciendo la cena y huele desde la entrada.

–¿Qué tal con Gavi? – pregunta él.

–Bien. Bueno ha tenido que irse y no he estado mucho rato.

–Es muy agradable ese chico, Gio. Mas que Guzmán.

Paro al oír su nombre.

–Papa. Pab – digo, pero me corto –, Gavi no es comparable con el tonto de Guzmán.

Guzmán, mi ex. Lo conocía desde el instituto y éramos una pareja 'perfecta' a vista de todo el mundo. Pero luego, el no era ese novio perfecto que aparentaba ser.

–¿Ibas a llamar a Gavi Pablo? – pregunta Enzo, que esta sentado en la pequeña mesa que hay al fondo de la cocina.

–Tengo sueño. Buenas noches.

–Pero contéstame – dice el indignado.

–Buenas noches – digo, yéndome de la cocina y subiendo hacia mi cuarto.

Veo a mi abuela en el pasillo y me saluda con dos besos.

Mi abuela es la matriarca de la familia sin duda. Con sesenta años, ha criado a dos hijos y a Enzo y a mi cuando mi madre ya no podía hacerlo. Es una mujer alta, con el cabello largo y grisáceo, ya que no quiere teñirse y quiere presumir de canas, y unos ojos azules que tanto mi padre como Enzo tienen.

–Giorgia cariño. ¿Cómo estas? – pregunta.

–Bien. Cansada pero bien.

–No hay nada mejor que dormir bien para aclarar las ideas – dice ella, con su mano en mi hombro.

Me despido de ella y entro en mi cuarto. Me pongo elpijama y me meto en la cama. A los pocos minutos, acabo dormida. 

ANGELO | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora