Capitulo 17

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GIORGIA

Aquel Nap ZzZp (Rauw Alejandro)

31 de agosto, 3:02 a.m.

Pablo, tras pasarse más de dos horas repitiéndome lo mucho que sentía haber sido un imbécil, se quedó a cenar con mi familia, Sira y Gabi. Después de eso, todos vimos una película y mi padre invito a Pablo a quedarse en casa a dormir.

Y ahora tenia al sevillano tumbado en mi cama, con su cabeza en mi panza y durmiendo como un bebé.

Intento apartar su cabeza lentamente, y lo consigo con éxito, ya que apenas se entera.

Voy de la cama hacia el pequeño balcón que tengo en mi cuarto. Abro la puerta y un pequeña oleada de aire me recibe. No hace mucho frio, pero tampoco hay un calor asfixiante. Esta todo muy tranquilo. No se oyen coches ni nada. Solo un par de pájaros, pero que a los pocos segundos no los vuelvo a oír.

Pienso en todo lo que ha pasado esta semana y suspiro. Miro el jardín de mi casa, en el lugar donde Pablo y yo nos besamos.

Noto como alguien me abraza por detrás. Pablo apoya su cabeza en mis hombros y suspira.

–¿En que piensas? – pregunta.

–En lo de aquel día – digo, mirando hacia la esquina del jardín que miraba antes.

–Me gustó ese beso – admite, haciendo que me gire. El pone sus brazos en mi cintura y yo hago lo mismo con los míos.

Empezamos a besarnos, con ternura y continuamos así un buen rato. Pablo me alza, agarrándome por las piernas. Acabo como un koala. Él nos saca del balcón, conmigo todavía en brazos, y me tumba en la cama, mientras besa mi cuello.

PABLO

10:40 a.m.

Giorgia, con su cabeza en mi pecho y sus brazos en su abdomen. duerme tranquilamente sobre mi torso desnudo.

Alguien abre la puerta, con cautela, y yo me sobresalto, aunque Gigi sigue dormida. Enzo asoma su cabeza.

–Buenos días – susurra.

Levanto la cabeza.

–¿Quieres desayunar? – pregunta y asiento.

–Ahora la despierto y bajamos – digo, y el asiente.

Enzo sale de la habitación y cierra la puerta lentamente.

Toco el pelo de Gigi. Sigo así durante unos minutos, pero al ver que no se despierta comienzo a repartir besos por su cabeza y su hombro.

Al ver que comienza a moverse, esbozo una sonrisa.

–Buenos días, señorita – digo, mientras ella se levanta y se aparta de mí.

–Buenos días Pablito – dice, con cierta voz ronca.

–Enzo ha venido. ¿Quieres desayunar? – pregunto, y ella asiente.

–Que hay? – pregunta, ansiosa.

–No me ha dicho nada. Supongo que algo bueno seguro.

Ella se levanta, tapándose con una de las sábanas.

–¿Para que te tapas? – pregunto, dudoso –. Si ayer lo vi todo – digo, haciendo que ella se sonroje.

–Pablo – dice, poniéndose más roja todavía.

–Que? ¿Acaso no fue así? – pregunto, levantándome.

Ella baja su mirada, recorriendo todo mi cuerpo con sus ojos cafés.

ANGELO | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora