Epílogo II

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GIORGIA

Ojalá (Maria Becerra)

15 de octubre, 2045

Han pasado demasiados años desde que me casé con Pablo, y de que tuvimos a nuestra primera hija, Olivia. Después de una bonita luna de miel en México, regresamos a Barcelona. Pablo seguía jugando en el barça y yo estudiando. Un año después de casarnos, tuvimos la noticia de que volvía a estar embarazada. Y nueve meses después, llegaron los mellizos, Lea y Mateo. Ambos eran muy parecidos a mí, mientras que Olivia era una copia idéntica de Pablo. Ambos hacen los mismo gestos y expresiones. Todo igual. Después de los mellizos, decidimos plantarnos y no tener más, pero bueno, llegó el último niño, Lucas.

Después de mis estudios, me ofrecieron exponer mi proyecto final de la universidad en un museo. Se vendieron todos, y comencé a pintar cuadros, los cuales acababan vendiéndose por todo el mundo. Me hice bastante conocida por ello, y claro, mi relación con Pablo y nuestros hijos en común fueron detonante para que pasase, aunque Pablo siempre diga que fue por mi talento.

Nos mudamos de casa, porque la primera que tuvimos, cuando Olivia venia en camino, se nos quedó pequeña cuando la doctora Pérez, la misma que me ha atendido en todos mis embarazos, nos anunció que esperábamos dos bebés. Ahora somo vecinos de Pedri, y Pablo no puede estar más encantado por ello. Ambos juegan a la play todos los días juntos, por muy mayores que sean es una tradición que nunca pierden.

Pablo se retiró del futbol hace unos años. Se quedó siempre en el barça, por muchas ofertas que le llegasen el siempre quiso estar aquí.

Después de su retirada, nos mudamos a Milán un año, aunque nos dimos cuenta de que Barcelona era y sería siempre nuestra casa. Aunque vamos todos los veranos a ver a mi padre, quien tras la muerte mi abuela Stella y su jubilación, decidió mudarse a su tierra natal, pero va viniendo temporadas a España.

La muerte de mi abuela sucedió unos años antes de que naciese Lucas. Murió de anciana, por suerte no fue ninguna enfermedad, pero me afectó muchísimo su marcha. Por eso, cuando Pablo se presentó en casa con una pastora alemana, decidimos llamarla Stella.

Ahora estoy acabando de arreglarme para ir a la graduación de la universidad de Olivia. Ella estudió periodismo, un poco inculcado por su tía Gabi, quien dejó la equitación y estudió la misma carrera que Liv.

Olivia ahora tiene veintiuno, Lea y Mateo dieciocho casi diecinueve y Lucas quince. Lea entró en la carrera de medicina, siempre le gustó ese mundillo y decidió meterse, mientras que Mateo ama el baile y la actuación, y tras formarse toda su vida ahora está actuando en un musical, el cual va yendo por diferentes ciudades de Europa. Ahora están en Estambul, y en unas semanas se irá a Praga. Lucas en cambio, es sin duda el legado de mi marido en el futbol. Pablo le ayudó mucho y ahora está en las categorías inferiores del barça. Muchos le comparan con su padre, ya que ambos juegan en la misma posición, pero Pablo siempre dice que Lucas es su versión mejorada. Aunque como no va a ser bueno el niño si ha jugado con jugadores del barça en el jardín de casa toda su vida.

–¿Estás lista? – pregunta Pablo, entrando a la habitación. Va con un traje negro y una corbata azul marino.

–Vas igual que en el día de nuestra boda. Estas guapo.

–Bueno, ya no soy un chaval de veinte años. Y no me queda igual.

–Te queda mejor. ¿Nos vamos? – digo, levantándome de la silla del tocador y agarrando su mano.

Me besa.

–Vas muy guapa. ¿Te lo he dicho ya?

–Si creo que sí.

Volvemos a besarnos y salimos por la puerta tomados de mano.

PABLO

–Me alegro de haberme chocado contigo – digo, mirando a Gigi. Al final de la graduación de Liv hemos venido a la playa. A nuestra playa. Los dos solos, porque nuestros hijos ya son muy mayores y tenían sus planes. Aunque Lucas ha venido con nosotros.

–Me alegro de haber venido aquí contigo – dice ella, y nos besamos.

–Sois unos empalagosos – dice mi hijo menor.

–Anda ven aquí Gavi junior – digo, acercándolo y rodeando sus hombros con mi brazo.

Vemos el atardecer, y agradezco una y mil veces al destino por hacer que mi camino se cruzase con el de Gigi.

Y que luego pasase todo lo que pasó.

Porque, ella siempre será mi ángel. Mi Angelo de la vida.

FIN

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ANGELO | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora