ESPECIAL 2: Desfilaba en Milán

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NICOLE

–Él es Ferran, el novio de mi amiga Sira – dijo Gio y nos dimos dos besos. Probablemente, no recordara que ya le conocí en el cumpleaños de mi hermana, aunque seguramente ambos fuésemos muy borrachos –. Y él es – dijo ella, pero lo interrumpí.

Estábamos en el mismísimo Camp Nou, en el famoso partido al que mi cuñado nos invitó.

–Pedri. Sí lo sé. Hablamos en tu cumpleaños - me limité a decir.

Vaya que, si hablamos, pensé. Si sus labios recorrieron hasta el último rincón de mi cuerpo. Si pasamos aquella noche juntos, en su cama. Sin salir de ella hasta quedarnos exhaustos. Hasta que a la mañana siguiente él no estaba. Y solo se dignó a dejar una notita en la cocina.

No iba a mostrarme borde frente a él o muy necesitada por recibir su atención. Iba a ser cordial, solo para no arruinarle el encuentro a mi hermana. Le hacía ilusión presentarme a sus amigos. Ya lo hizo con sus dos mejores amigas, Sira y Gabriella, la mañana antes de acudir al campo azulgrana. Dos chicas bastante agradables, no como las amigas de instituto de Gigi, que eran unas falsas de mucho cuidado. A ellas dos les veía con mejores intenciones.

–Parece que volvemos a vernos, rubia – dice Pedri.

Rubia.

Flashback

La cadena de plata del canario chocaba contra mi barbilla levemente en cada embestida.

-¿Te molesta la cadena rubia? - dijo, entre jadeos.

–Eso parece - me limité a responderle en cuanto ese recuerdo invadió mi mente.

No pude sacarme esa escena en todo el partido.

Fuimos hacia el palco, donde la mayoría de los familiares de los jugadores estaban allí presentes para ver a sus conocidos. No saludé a nadie, porque no les conocía de nada. Mi hermana saludó a varias personas mientras Enzo y yo estábamos sentados, viendo como entrenaban los chicos de ambos equipos. Uno era el Betis, por lo que había logrado distinguir. Tenía las gafas en el bolso y sabía que, si quería ver algo del encuentro desde esa altura, más me valía ponérmelas.

Mis gafas me las ponía cuando quería. Solía ir con lentillas, pero en el avión rumbo a Barcelona quise ir con gafas por si me dormía, por mera comodidad más que nada. Y como era de esperar viniendo de mí, me dejé la caja de las lentillas en mi casa. Recordaba perfectamente donde estaban, justo en el pequeño mueble del recibidor.

Después de la primera parte, en la que ninguno de los dos equipos había marcado, fui al baño en el descanso. Me hice varias fotos al espejo y decidí subir una a mis historias de Instagram. Con una de mis canciones favoritas, Demasiadas mujeres de C. Tangana. El madrileño conquistó mi corazón con tan solo esa mítica frase de "Desfilaba en Milán". Porque, aunque no fuera modelo de Prada, más de una vez me había sentido como una paseando por las Galerías Vittorio Emanuele II.

Volví a donde estaban mis hermanos, con una caja de palomitas y bebidas para los tres. Mi hermano me tendió una Coca-Cola, la cual acepté sin rechistar.

Hablé con ellos sobre el partido, viendo como Enzo estaba eufórico de alegría. Ese brillo en los ojos provocó mi sonrisa, esos momentos eran los que a una se le quedaban grabados en la retina.

ANGELO | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora