Diez

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Odiaba el tráfico en Madrid, sobre todo en hora punta. Saber a qué hora salías, pero no cuándo ibas a conseguir llegar a pesar de que fuera un trayecto que normalmente tardabas 15 minutos en hacer me ponía un poco de los nervios. Cuando quise llegar al edificio, ya había pasado la hora de entrada y eso no era algo que me gustase porque, sí algo me habían inculcado en casa era la puntualidad.

Cogí enseguida los botes de pintura que iba a necesitar para mi planteamiento de mañana y la escalera para llegar a los sitios más altos. Hice varios viajes, con todo lo que necesitaba y fui colocando todo en el interior del ascensor para hacer un solo viaje. Estaba a punto de apretar el botón cuando vi que Luisita llegaba rápidamente con intención de subir.

- Hola, sube tranquila, luego subo yo... -dijo ella al verme tan cargada.

-Cabes de sobra, mira, aquí te hago un hueco - dije yo apartandome un poco - que además para unos segundos que va a ser.

Ella miró dudosa, pero finalmente entró y se colocó en ese pequeño espacio disponible.

-Anda, dale tú, que yo no llego y no quiero soltar esto - le dije señalando a la escalera.

Nuestras caras habían quedado bastante próximas debido a la situación, podía hasta oler el perfume de su cabello.

- ¿A cuál vas? - me preguntó.

- A la quinta planta - susurré muy cerca de ella, pudiendo notar casi como su aliento chocaba con el mío. Mis ojos se fijaron unos segundos en los suyos y comprobé cómo por un instante bajaban ligeramente hacia mis labios.

- Eh - pronunció como intentando salir del trance - le doy al cinco entonces, ¿vale? - sonreí un poco y asentí.

- Que lento va esto, ¿no?

- Sí - dijo ella intentando mirar hacia otro lado, pero le era prácticamente imposible y, por mucho que las dos no quisiéramos centrar la vista en la otra, nos era muy complicado - Y hace así como calor. - continuó, abanicándose como pudo con la mano.

Luisita tenía una cara preciosa, no lo podía negar. Tenía esa cara de niña buena, pero a la vez tenía esa actitud un poco altiva, que aunque por lo general me daba mucha rabia en la gente, en ella hasta me gustaba.

-¿Qué tal Niké? - le pregunté tratando de desviar el tema y hacer el momento un poco menos incómodo.

-Bien, aunque se tiró toda la tarde durmiendo y luego por la noche no paró de jugar - me dijo con una bonita sonrisa que no pude dejar de mirar.

-Es normal, los gatos tienen más horario nocturno, aunque suelen terminar adaptándose al tuyo. Además, es un bebé y ahora quiere jugar mucho más.

-Me ha saltado hasta por la cabeza - me contestó entre risas - si mi madre viera que la dejo dormir conmigo... - me dijo justo antes de que las puertas se abrieran.

Las dos hicimos amago de salir y nos chocamos quedándonos aún más cerca de lo que estábamos antes.

-Perdona - le dije sin poder apartar mis ojos de los suyos. ¿Qué coño estaba pasando hoy?

-Nada, sal tú - me dijo ella muy bajito.

Finalmente, salí y fui sacando todas las cosas que tenía cargadas en ese habitáculo.

- Bueno ya termino y voy al lío, que tengas un buen día, Luisita - le deseé.

- Tú también, Amelia - me contestó para justo después apretar el botón de la planta a la que ella se dirigía. Las puertas del ascensor se cerraron privándome de su presencia y yo cargué con todo lo que pude y fui a la sala por la que iba a empezar mi jornada en esta mañana.

De momento abril || LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora