De momento abril || Luimelia

Veintiuno

Había estado esperando este momento más de lo que podría confesar. Me hacía ilusión volver a trabajar con Amelia, teniendo en cuenta sobre todo que las cosas entre nosotras eran muy diferentes a como estaban al principio.

Me había tocado hacer bastante papeleo a primera hora y tuve una reunión con los propietarios para poder informarme de algún que otro asunto que todavía quedaba pendiente, pero, por fin, estaba ya de camino, sabiendo que la morena seguramente ya se estaría instalando en alguna de las plantas.

Tenía que hacer un trabajo bastante parecido al de la última vez. A los dueños les había gustado tanto los murales que diseñó, que habían pedido también alguno en las futuras salas de juntas y en la recepción y estaba segura de que Amelia no iba a decepcionarles en absoluto con el resultado final.

El coche de la empresa me dejó justo en la entrada, así que en apenas un par de pasos ya estaba entrando en aquel majestuoso hall de techos altos y paredes todavía demasiado blancas. Había una chica en la que supuestamente iba a ser la recepción, que me saludó amablemente, mientras se levantaba con bastantes papeles en la mano.
Dejé todo lo que llevaba en la sala contigua a la de mi compañero y que me habían cedido provisionalmente y busqué las escaleras para subirlas en busca de Amelia, aunque si hubiese sabido que estaba en la última planta, me habría decantado por el ascensor para no llegar medio muerta después de subir los doce pisos que componían el edificio.

— Se te ve un poquito acalorada, rubia — dijo la de rizos como saludo, mientras comprobaba el horroroso estado físico en el que me encontraba.

— Mira, para la próxima vez avísame de que vas a empezar por la última y me hubiese ahorrado este esfuerzo, pensaba que no llegaba.

— Bueno, pero luego seguro que me lo agradeces, que no veas el culo que hacen las escaleras, aunque… — se quedó pensativa unos segundos mirándome fijamente — creo que tampoco lo necesitas.

— ¡Oye! — protesté.

— Perdón, perdón, que no quería ser yo un señoro y reconozco que un poco lo he parecido con ese comentario — bromeó — ¿qué tal estás? ¿preparada para aguantarme este tiempo?

— Bueno, de momento no he tenido que escuchar música de esa tuya, ya es un paso.

— No cantes victoria tan pronto.

— ¿Tienes alguna duda sobre los colores o algo?

— De momento no, me han dicho que esta va a ser más bien una sala de descanso y que buscaban un verde lima suave, así que voy a mirar primero unas cosas y después intentaré empezar con la imprimación. De todas formas, ya me he estado informando sobre dónde puedo ir a hacerte una visita.

— Ah, ¿si? — y ella asintió mirándome fijamente — Te veo muy eficiente.

— Lo soy con las cosas que me interesan — dijo guiñándome un ojo.

— Ya veo, pues si quieres luego me paso, o me vas a hacer tú una visita y nos tomamos un café, ¿te parece?

— Perfecto.

La dejé allí con todo su instrumental y regresé a mi oficina con intención de instalarme y hacerme una idea más clara del edificio ahora que ya tenía toda la información necesaria. Mi compañero me hizo alguna que otra visita, más para distraerme que para otra cosa, hasta que ya me tuve que poner un poco seria y mandarle a hacer su trabajo, viendo que no tenía pensado dejarme en paz.
Traté de centrarme en mi trabajo, pero ahora era cierta morena de rizos la que no dejaba de pasearse por mi mente. Hacía días que era la principal protagonista dentro de mi cabeza  y ser consciente de que la tenía tan cerca, solo hacía que buscara cualquier excusa tonta en mi cabeza para subir y verla de nuevo, pero tenía que trabajar un poco.
Ella se había portado tan bien conmigo estas semanas, había sido tan comprensiva y estaba siendo un apoyo fundamental, pero también me daba miedo perderla por cobarde. ¿Y si pasaba el tiempo y se cansaba? ¿Y si conocía a otra persona? ¿Y si yo realmente no necesitaba tiempo y solo estaba alargando afrontar una situación que no quería?