Treinta y cinco

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La vuelta de las vacaciones había sido dura. En poco tiempo me había acostumbrado a la buena vida de tenerlo todo a tu disposición y de vivir en lo que era un auténtico paraíso, a pesar de que al principio no había estado muy de acuerdo con la propuesta.

Nuestra relación cada vez estaba más afianzada, aunque la vuelta a Madrid había sido un poco dura y pasamos de demostrarnos amor en cualquier lugar, a tener que volver a estar pendientes de si nos podían ver o no. Tan solo podíamos ser bien nosotras mismas en nuestras casas o con nuestras mejores amigas que eran las únicas que realmente conocían la noticia.

Aquella misma mañana, había recibido un mensaje de María, la hermana de Luisita, en el que me invitaba a la inauguración de su nueva exposición por la noche. Era un plan que me apetecía mucho porque desde que Nacho me presentó a María, había sido una persona que no me podía caer mejor, pero ahora, con Luisita de por medio, no sabía bien qué hacer o, más bien, que querría la rubia que hiciéramos.
Decidí no contestarle por el momento y entré al edificio un poco más tarde de lo habitual puesto que había tenido que ir a comprar algunos materiales que necesitaba antes. Luisita enseguida me interceptó con una pequeña sonrisa que me moría de ganas de besar y me dirigió directamente a la máquina de café.

— Se me ha hecho eterno este tiempo sin ti — comentó mientras removía su café antes de darle el primer sorbo.

— No seas exagerada, si no ha sido ni una hora.

— Eso ya es mucho para mí.

— Pues no me quiero ni imaginar entonces lo mal que debes haber dormido hoy sin tenerme a tu lado.

— Así tengo yo estas ojeras — respondió entre risas.

— Por cierto — dije tras beber yo del vaso de café y hacer una pequeña mueca al notar lo caliente que estaba — Me ha llegado antes un mensaje de tu hermana.

— ¿De María?

— Sí, ¿tienes más hermanas y no me lo habías contado?

— Imbécil — soltó dándome un pequeño golpe en el brazo — ¿Y qué quería mi hermana? — preguntó extrañada — ¿Le has dicho algo de lo nuestro?

— No, Luisita, no le he dicho nada porque eso es asunto tuyo, aunque ya sabes lo que pienso al respecto. Vale el resto de tu familia, pero María no te va a decir nada, además de que ya sabe que muy hetero no eres.

— Ya, si tienes razón, es que no he encontrado todavía el momento.

— Bueno, la cosa es que me ha dicho que hoy inaugura una nueva exposición y me ha invitado a pasarme un rato por allí si me apetecía.

— Sí, a mí también me escribió ayer. Iba a decírtelo ahora además para ir las dos juntas, que me apetece bastante y ya que estamos, puede ser un buen momento para contárselo a mi hermana.

— ¿Estás segura?

— Sí — asintió — tengo muchas ganas.

— Pues, ¿quedamos después del trabajo?

— Sí, podemos ir si quieres a tu casa, recogemos a Buff y esta noche duermes conmigo — propuso moviendo un poco la cabeza.

— Me parece bien — asentí — Aunque vas a tener que comer hoy sin mi, ¿podrás?

— ¿Me vas a abandonar?

— Sí, tengo que ir a sacar un rato a la pequeña si luego va a ir a tu casa.

— Está bien, resistiré por Buffy.

— Qué tonta eres — bromeé — Me voy a trabajar, que ya va siendo hora — miré a un lado y a otro asegurándome de que no había nadie a nuestro alrededor y le robé un rápido beso — Nos vemos luego, guapa.

De momento abril || LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora