IV

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El domingo hizo presencia con un amanecer despejado y un viento suficiente para revolucionar aquellos peinados prolijos, pero no para atreverse a levantar una falda o a quitar un abrigo con ímpetu. Una brisa de primavera y un domingo familiar iban de la mano, pero los Lee eran lo menos parecido a aquella estación y clima. Los Bang, por otro lado, a las diez de la mañana ya estaban ordenando una manta en el césped y juntando flores para la decoración de un simple florero.

Chris era un fiel admirador de esa imagen. Ruby con su camisa de volados rosada y su larga falda blanca, recibía con ayuda de Felix, una preciosa corona de flores. Ava, la señora Bang, cuidaba la imagen de su esposo con risas de por medio, acomodando su corbata y arreglando su cabello. Anthony sonreía y le respondía con bromas pesadas. Chris se limitó a acercarse a comprobar el estado de los pequeños barcos que usarían para los paseos. Cuando todo estuvo en orden, los Lee hicieron presencia con un aire bastante lejano al de familia rosada.

Chris se acercó a saludar como correspondía. Seungmin fue obligado a saludar a Ruby, y aunque muy amablemente le dedicó un saludo con respeto, se notaba la incomodidad a kilómetros. Jeongin sonrió cuando notó la corona de flores de Ruby, se veía asombrado por la habilidad con la que había sido hecha. Felix aseguró que le ayudaría a hacer una. Changbin saludó a los señores Bang como un adulto, Christopher sonrió cuando le dedicó una mirada sorprendida.

—Que gusto verlo de regreso —admitió el pelinegro, extendiendo la mano para saludar al mayor de los Bang.

El señor Lee, un hombre alto de anteojos redondos y postura recta, se acercó a Chris con un aire intimidante, estirando su mano para estrecharla con la del rubio.

—Miren nada más, los dos primogénitos de ambas familias han decidido volver. No recuerdo muy bien sus razones, joven Bang. ¿También fue por un capricho o usted fue más perspicaz?

Christopher sintió su sonrisa borrarse. Miró a Minho, el chico que saluda a la señora y señor Bang con una sonrisa radiante, pero tímida. Volvió la vista al señor Lee y aguantó un par de opiniones que tocaron los muros de su garganta.

—Fue por trabajo y una mejor vida, señor Lee. Aunque podría considerarse un capricho también, pues la docencia y las ciencias naturales siempre fueron un sueño de vida que me persigue en cada paso. —Chris mostró sinceridad en sus palabras, pero también trató de darse a entender que un sueño no tiene porqué ser un capricho.

—Los sueños y el deber son tan lejanos, joven Bang. —El señor Lee apoyó su mano en su hombro y se dirigió con los demás, dejando con confusión al menor. ¿Él realmente tenía sentimientos?

—¡Ruby, cariño! ¿Por qué no das un paseo en barco con Seungmin? Seguro podrán hablar tranquilamente allí. —Ava tiró el comentario y Jiyu apoyó la emoción, ambas sentándose en la manta del suelo con sumo cuidado de no ensuciar sus vestidos caros.

Seungmin estiró su mano hasta la rubia y ambos caminaron hasta el muelle en un silencio abrumador. La señora Lee miró a la joven con el ceño medio fruncido y Chris notó aquella mirada de doble filo. La juzgaba por su cuerpo, como todos habían hecho en algún momento. Ruby no cumplía los estándares de belleza, más allá de sus caderas anchas, pero Chris era el testigo directo de aquellas noches dónde lloraba por su imagen en un reflejo y no le agradaba que la miraran de ese modo. Se posicionó en silencio en frente de la vista de la mujer, tapando por completo a los dos jóvenes que se subían al barquito.

Sonrió satisfecho cuando Jiyu frunció el ceño y desvió la vista hasta los dos menores que juntaban flores. Minho también había ayudado con dos margaritas y un diente de león, luego se quedó mirando con una sonrisa a ambos. Chris no pudo evitar analizarlo con la mirada. ¿Cuál era su plan exactamente? ¿Qué tanto guardaba en esa cabeza?

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora