XXII

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Llegar al hospital con Jiyu inconsciente fue la peor experiencia del mundo para Minho. El reloj pasaba de pronto más rápido, la desesperación cubrió cada esquina de su cuerpo y el miedo dominó sus movimientos. Estaba enterrado entre la culpa y la ansiedad.

Tuvo que pedir ayuda en el pueblo, lograron llegar antes de que perdiera la vida. Minho fue quien esperó afuera, explicándole la situación entera a Seungmin, Changbin y Jeongin. Koung no hizo presencia en la sala médica, Minho se encargó de reportar el caso en el edificio de policía del pequeño pueblo. Esperaba realmente que por una vez en la vida, la violencia pagara el karma.

El pasillo del hospital se cubría de un silencio arrasador. Changbin comenzó a maldecir ante la historia, siendo calmado por Jeongin, quien le pidió que no empeorara la situación golpeando a alguien. Seungmin se derrumbó en lágrimas y guardó silencio. Realmente todos allí sabían sobre el temperamento enojado de Koung, pero ninguno creyó que cruzaría una línea de violencia doméstica tan drástica. Jiyu supo guardarlo en silencio durante mucho tiempo.

Cuando las cosas se calmaron, Minho se sentó en el borde de una ventana a ver la noche a oscuras. Seungmin llegó a su lado con un vaso de agua que le extendió en silencio.

—¿Alguna vez les hizo algo a ustedes? —preguntó con voz temblorosa el mayor, aún le costaba armar una oración sin sentir repulsión en su estómago.

—Cuando te fuiste —respondió—. Nos gritaba que no eras un buen ejemplo y que debíamos mejorar. Jeongin era el único que le devolvía los gritos y eso causó que le golpeara vilmente la mejilla frente a todos en una cena. Changbin hizo el intento de defenderlo, pero él volvió a amenazarlo. Nos tenía colgando con hilos entre sus dedos y mamá se volvió fría, lejana, silenciosa. De pronto, toda la felicidad se había esfumado, aunque realmente jamás fue mucha.

—Estaba temblando cuando llegué. —Minho abrazó su cuerpo ante el frío repentino que sintió—. Quería llegar e ignorarla. Quería ir directo a mi habitación, casi lo arruino. Jamás debí irme. Jamás debí seguir el camino de Artes. No debí enamorarme.

La última oración iba dirigida a Chris, pero Seungmin pensó en Gemma. El menor lo atrajo a su cuerpo para envolverlo en un abrazo. La culpa se veía reflejada en sus ojos y el centro de atención a la salud no era el más cálido o reconfortante.

—Deja de culparte a ti y a tu pasado. No cambiará nada, Minho. Tampoco es tu culpa. Todos fuimos unos ciegos bajo el mismo techo, pero Jiyu estará bien.

—Lo estará —afirmó Changbin, llegando por el pasillo con Jeongin por detrás, quien parecía estar hablando con alguien en la puerta. Sus brazos estaban cruzados en su pecho y no se veía para nada alentador—. Gemma insistió en venir, pero le pedí que se quedara en casa. ¿Tú cómo estás, Minho?

—Estoy bien —afirmó aunque fuera verdad solo a medias. Le alegraba ver a sus hermanos bien, pero Jiyu seguía sin despertar—. El médico dijo que los hematomas llevan tiempo desde que se hicieron, pero que fueron golpeados en el mismo lugar varias veces y eso empeoró sus estados. Encontraron cortes en su estómago y otros moretones en sus muñecas. Despertará, pero no se sabe bien cuando o como. No duerme hace días y ha estado auto-medicándose en exceso por una supuesta jaqueca.

—Maldigo el día en que lo dejé pasar —soltó Changbin, volviendo a apretar su mandíbula con enojo—. Sabía que nada bueno saldría de sus discusiones, pero fingí no verlo. Que idiota. ¿Cómo puede dañar así a una persona y salir ileso? Ese imbécil merece que alguien le ponga un límite y temo que la ley no ayude o peor aún, no le crean.

Jeongin se acercó por el pasillo, pero no venía solo. El hijo único de los Hwang también estaba ahí, sosteniendo su hombro con suavidad y apoyo. Minho no pudo evitar pensar en Chris, la punzada de culpa volvió a atacarlo. No podía pensar en él ahora.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora