V

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El camino por alrededor del lago podría haber sido tranquilo y pacífico si no fuera porque Chris adoraba sacar de sus casillas al mayor de los Lee y este le devolvía las bromas con un toque hiriente, lo cual solo le exprimía más sarcasmo al rubio. Minho se alejaba, tratando de caminar por el sol y buscando silencio, mientras que Chris metía de vez en cuando sus pies en el agua y le mostraba una flor bonita al castaño. Incluso le motivó a pedirle un deseo a un diente de león, pero Minho le miró de mala gana, arrancándole una sonrisa burlona al mayor.

—Vamos, solo tienes que soplar y pensar en algo que quieras mucho. —La conversación formal había pasado a una dónde ambos se tuteaban y hablaban como si fueran amigos y no rivales.

—Bien. —Minho suspiró y se acercó al rubio que chapoteaba sus pies en el agua—. Pero sal del agua, no voy a volver a mojar mis pies.

—¿Temes ahogarte con diez centímetros de profundidad? Tranquilo, príncipe Lee, estoy aquí para salvarlo.

Minho abrió la boca indignado ante la falsa reverencia que le dedicó el rubio y en su indignación justificada, se agachó y tomó un par de piedras del camino, comenzando a tirárselas sin piedad al chico que se cubría entre risas.

—¡Deja de burlarte de todo! ¡Eres exasperante!

—Y tú deja de ser un buen punto de burlas.

—No he hecho nada más que respirar. —Minho siguió lanzando piedras hasta quedarse sin. Chris salió del agua, soplando su diente de león y corriendo unos metros del castaño—. De verdad, encuentras gracioso e idiota todo lo que hago. No tiene sentido.

—No es cierto. No encontré gracioso cuando estabas por morir. —Minho lo miró en silencio, caminando por detrás y acomodando las mangas mojadas de su camisa—. ¿Qué hubiese hecho yo, tan joven y agraciado, con un cadáver? Te dejaría ahí tirado, claro está.

—¿Tú te escuchas? ¿Tienes algo ahí dentro? —Minho se acercó al rubio con rapidez y le pegó en la cabeza con la palma de su mano. Chris se quejó y le miró de mala gana, pero Minho ya había comenzado a caminar más rápido para alejarse de él.

—¿Acabas de pegarme? ¿Luego de salvarlo de morir, príncipe? —Chris comenzó a caminar más rápido mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. Minho le miró con una mueca.

—Deja de llamarme así. —Minho siguió retrocediendo, la sonrisa de Chris le asustaba.

—¿Cómo? ¿Príncipe? Oh. ¿Prefieres princesa?

—Gracias, pero tengo nombre. —Minho se detuvo con los brazos cruzados, creyendo que así se detendría también el rubio, pero en su lugar, siguió acercándose decidido.

—No me gusta tu nombre —soltó como si aquello fuera excusa suficiente y se acercó a Minho hasta enfrentarlo directamente. El castaño tragó duro ante la cercanía que tomó sin permiso.

—¿Crees que me importa? A mi no me gustas tú y aún así te tengo que soportar. —Minho dió un paso atrás, Chris se acercó dos—. ¡Deja de acercarte! Es incómodo.

—¿Incómodo? —Chris sonrió el doble, Minho miró aquella sonrisa con el aire faltante en sus pulmones—. Avísale a tus mejillas. Están rojas.

—¡Christopher! Deja de hacer esos chistes conmigo. —Minho empujó al mayor. Chris le miró con burla.

—Se llama coqueteo —avisó el rubio, analizando al castaño de pies a cabeza. Solo estaba buscando molestarlo y sabía que los límites entre hombres, eran un punto perfecto de molestia en un Lee.

—¿Te has vuelto loco? —Minho volvió a empujarlo. Chris hizo una mueca por eso—. No soy una mujer.

—No, nunca dije que lo fueras. —Minho lo miró espantado, Chris sabía que lo siguiente sería la gota que colmaria el vaso—. Aunque si eres un príncipe que no sabe nadar, lo cual se asemeja bastante.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora