XII

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Tres golpes en la puerta, cinco segundos de silencio y por último, Seungmin afirmó su presencia en la habitación y permitió que Minho entrara a ella. El mayor cerró la puerta con cautela y algo de desconfianza, sentía que estaba a punto de entablar un tema de conversación polémico con un desconocido. Seungmin lo miró en silencio, casi invitándolo a qué se retirara nuevamente. Minho desvío su mirada al suelo luego de cerrar la puerta detrás suyo.

—¿Necesitas algo? —Seungmin no despegó la mirada de su libro, Minho tomó una inhalada profunda antes de hablar.

—Quería hablar contigo.

—No recuerdo ningún tema pendiente. ¿De qué podríamos hablar nosotros?

—Exactamente de eso; de nosotros. —Minho alzó la mirada, pero Seungmin la tenía clavada en una madera del suelo.

La habitación gritaba Seungmin en cada esquina, con sus colores claros, suaves y para nada llamativos, con una cama tendida y prolija, sus sillones individuales de lectura, su repisa llena de libros sin ninguna partícula de polvo y la cortina blanca hasta diez centímetros antes del suelo, entreabierta para que el sol no se quedara del todo afuera. Hacía más frío que en el resto de la casa y había una vela a medio consumir en su mesita de luz; la lectura nocturna, pensó Minho.

Pero incluso si la habitación se adaptaba a la esencia de Seungmin, el chico que se sentaba en ese sillón a leer sobre medicina y escondía los mapas del mundo que quería visitar en el baúl debajo de su cama, sobraba en esa habitación. Ese no era Seungmin.

—No sé qué es lo que buscas, Minho. Estoy ocupado.

—¿Ahora también aprendes a leer libros al revés? —Minho sonrió levemente cuando Seungmin notó que efectivamente su libro de anatomía básica estaba al revés.

—Estaba... Veía una imagen, es eso. —Seungmin cerró el libro y se levantó a guardarlo en una repisa, ignorando la presencia de su hermano aún cerca de la puerta.

—Seungmin, sé que mi llegada a esta casa luego de años, no fue bien recibida por ti y lo entiendo completamente. Estás en todo tu derecho de detestar mis decisiones, pero no soporto pensar que en algún momento nuestra relación fue mejor que ignorarnos en cada pasillo de la casa y hablar con monosílabos en las comidas.

El menor se tensó en la estantería, su mano se quedó congelada en el libro que guardaba y no fue capaz de darse la vuelta para enfrentar al castaño.

—No me enoja tu regreso, no a mí. —El menor soltó un suspiro y dejó caer su mirada al suelo—. Pero cuando te fuiste, le prometiste a un chico de dieciséis años volver por él y nunca lo hiciste. Así que no, no me enoja tu regreso, porque lo estuve esperando tres años. Me enoja tu huída y tu mentira.

Seungmin se dio la vuelta y enfrentó a su hermano con la barbilla en alto. Minho lo miró con sorpresa, habiendo olvidado lo que le dijo antes de irse y creyendo que nunca le había dado importancia a eso, pues Seungmin se veía tan bien en las cartas que su madre le escribía que lo creyó por completo innecesario. Quizá prefirió ignorar la verdad y aceptar la manipulación de esa mujer en su vida, pues prefería creer que su hermano era feliz.

—No te mentí, jamás lo hice. Pensé en volver más de una vez por ti, por Jeongin y por Changbin inclusive, pero nuestra madre hablaba de ustedes en las pocas cartas que recibía y me decía lo felices que eran aquí, lo contento que estabas estudiando y lo mucho que amabas a Ruby. Seungmin, no tenía idea...

—Por supuesto que no. Minho, tuviste tu escapada, conociste tu interior y explotaste tu vida en pinturas y colores. Admítelo, ni por un segundo pensaste en volver por nosotros.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora