III

5.4K 969 716
                                    


Minho había suspirado una cantidad incluso molesta de veces, antes de ingresar a lo que se supone que era su hogar. Tres años de viajes sin una cama fija por más de tres meses, fue agotador, pero también lo obligó a alejarse de todo. Su familia jamás fue un refugio, de cualquier manera, respetaba a sus hermanos y le tenía aprecio, pero no llegaba a sentirse cómodo con sus padres. Era una situación complicada, realmente se estaba esforzando volviendo a casa.

No es que viajar fuera una tortura, pero fue algo que definitivamente decepcionó a sus padres. Cuando tomó las maletas y se subió al primer barco sin rumbo con el fin de abrir su arte al mundo, supo que no había vuelta atrás.

Golpeó la puerta dos veces, esperando que su rostro no fuera capaz de demostrar sus nervios. Al final, la puerta se abrió y una joven de cabello oscuro sujeto prolijamente, apareció con una leve sonrisa amistosa.

—Buenos días. Soy Minho, Lee Minho. —Aclarar aquello le resultó extraño. La chica iba a dejarlo pasar, cuando unos pasos se escucharon en el interior y la puerta fue abierta aún más por una mano ajena.

—¿Minho? ¿Eres tú? Oh, estás en casa. —Su madre se veía espléndida, con un vestido blanco precioso, un maquillaje suave, pero con un fuerte rojizo en sus labios y su cabello castaño ondulado con elegancia. Una sonrisa de labios cerrados fue todo lo que recibió Minho.

—Hola, madre. —La incomodidad invadió su cuerpo. Se tuvo que recordar la razón principal de su vuelta a casa para no darse la vuelta y huir rápidamente.

—¿Te quedarás ahí? Pasa, por favor. ¿Quieres beber algo? ¿Cómo estuvo tu viaje? —Su rostro no mostró emoción, caminó por la sala con Minho detrás de ella.

Se sentía abrumado en tanta prolijidad. Todo variaba en tonos grises y blancos. Cada cosa acomodada de manera obsesiva. La plata y el oro reinaban en las decoraciones y las escaleras eran majestuosamente grandes. Minho había vivido en una casa así antes, pero esta era del doble del tamaño necesario. Su madre insistió con un té, Minho aceptó uno de frutas.

—¿Cuánto tiempo estuviste fuera? —preguntó su madre, ordenando que hicieran el té y sentándose en el sofá de la gran sala.

Minho la acompañó, pero no iba a mentir, le decepcionó que la madre de los Bang estuviera más al tanto y eufórica por él. La idea de un abrazo cruzó por su mente, pero la descartó por completo en la caja de pensamientos ridículos.

—Tres años y cuatro meses, para ser exacto. —Minho agradeció el té, pero no tomó más que dos sorbos. Realmente se estaba ahogando entre el aire tenso, la mirada lejana de su madre y la excesiva decoración.

—¿Y te arrepentiste? ¿Volviste a casa porque sabes que no tienes un futuro en el arte, cariño? —Su madre soltó aquello de manera tan natural que Minho sintió que se ahogaba con el té. ¿Realmente nada había cambiado en su ausencia?

—¿Dónde están mis hermanos? —cambió de tema rápidamente, queriendo no odiar tan rápido aquellas paredes. La mujer miró hacia el exterior de la casa, justo donde estaba el lago que la señora Bang había señalado como unión de ambas casas.

—Seungmin estaba leyendo junto al lago, Jeongin debe estar molestándole. Cómo siempre, por supuesto. Sus modales son un tema severo. —Su madre lo utilizó de quejas, como si él fuera alguien capaz de cambiar aquello—. Changbin está estudiando, supongo. Tu padre está orgulloso de su empeño.

Su mirada se perdía en el exterior, se notaba que sus palabras iban en un tono despectivo. La señora Lee, informalmente Jiyu, no odiaba a sus hijos; pero claramente amor del todo no les tenía. Minho soltó un suspiro y se levantó lentamente de su lugar.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora