VIII

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La danza llegó a su fin con el final de la canción y una reverencia por parte de cada integrante en las parejas de baile. Chris llevó la mano de la joven castaña hasta sus labios y dejó un suave beso allí. Cuando sus pestañas subieron y sus ojos se desviaron de la mujer que bailó con él, se encontró a Minho, justo detrás de ella, hablando con Ava, pero su mirada estaba puesta exclusivamente en el rubio. Chris le sonrió en respuesta, bajando la mano de la chica y ladeando la cabeza cuando este rodó los ojos y volvió su atención a la señora Bang.

Extraño. La situación en sí era extraña. Chris no borró la sonrisa, le agradaba llevarse así con el mayor de los Lee. No solo le aseguraba facilidad para rechazar el matrimonio de sus hermanos, sino que además era entretenido discutir y amigarse cada diez minutos.

—Joven Christopher, fue encantador bailar con usted —admitió la joven que aún estaba frente a él. Chris asintió.

—Lo fue... —Chris buscó el nombre que había soltado la madre de la joven antes de bailar—, señorita Aremi. Me tendrá que disculpar para el siguiente, mis pies no dan a basto para estás cosas.

—Por favor. Sé que no quería bailar conmigo, ya es suficiente con haber cumplido un capricho de mi madre —soltó con sinceridad la joven, mirando como la señora que tanto había insistido, ahora sonreía con orgullo en el grupo de madres.

—No es así, yo... —Pero las excusas se quedaron en blanco para el mayor.

—De verdad, joven Bang. Estoy agradecida por eso. —La joven hizo una reverencia y se alejó nuevamente por el salón, hasta lograr escabullirse entre la gente. Chris acomodó su ropa y se dirigió sin pensarlo hasta el grupo de su familia.

Seungmin y Ruby al fin habían sido separados. Felix hablaba carismático con su hermana menor, mientras que Seungmin era vilmente atrapado en la conversación de dos hombres adultos que buscaban venderle al joven tierras de minería o asegurarle trabajo en lugares como la ciudad. Seungmin no respondía más que monosílabos entre sonrisas forzadas. Chris se acercó a Minho y Ava, quienes lo vieron venir a lo lejos con total despreocupación.

—Christopher, ¿dónde están tus guantes? —La señora lo miró con reproche ante la ausencia de los mismos. Minho le miró con una sonrisa burlona.

—Los tendrá alguna de todas las damas con las que bailó, quizá. —Su chiste solo hizo sonreír a Chris, quién lo enfrentó sin pudor.

—¿Le asusta que le robe a todas las mujeres de este salón? Porque puedo hacerlo, joven Lee.

—Christopher —volvió a reprochar su madre, pero Minho no dejó de sonreír burlón—. Minho está comprometido, por favor.

—Oh, lo siento, lo olvidé. Es que jamás la menciona. ¿Realmente está enamorado, joven Lee? —La pregunta borró la sonrisa de los labios de Minho, un brillo de rencor volvió a habitar sus ojos. Volvían a las discusiones infantiles.

—Lo lamento, Minho. Creí haberlo educado bien —soltó en un murmullo de dientes cerrados. Chris le miró inocente. Minho seguía con la mirada perdida en el rubio—. Por supuesto que lo está, Christopher. De hecho, antes de que vinieras a soltar tus bromas sin gracia, estábamos hablando de ella. Podría hasta agradarte.

—No me digas. ¿Por qué lo haría? —Chris tomó una copa de una bandeja que se posó a su costado y la llevó a sus labios. Ya había perdido la cuenta de cuántas llevaba. Minho también tomó una en silencio.

—Usa pantalones —soltó en un susurro entre risas. Parecía encantada con esa información—. Minho dice que se le ven muy lindos. ¿Te imaginas? Tiene que ser una rebelde admirable.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora