XVII

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La puerta de entrada sonó en una melodía seca a causa de la campana que los Lee habían puesto en su mudanza, más nunca le habían prestado mucha atención y la oxidación la dominó en su mayoría. La señora Lee llevó su mano a su entrecejo con algún murmuro que se perdió en el ruido de los platos siendo colocados en la mesa. Minho se aferró al borde de la silla y Gemma notó aquello, colocando suave su mano encima de la del mayor para acariciar la zona.

—Estas tenso, Min. Relaja los hombros, respira hondo y aclara tu mente. Nada va a salir mal. —Sus palabras de aliento llegaban a Minho, pero el mayor solo podía seguirle la mitad de los comentarios, estaba más preocupado en su corazón acelerado—. Vamos cuando tú me digas.

La familia Bang entró al hogar y Minho tuvo que respirar hondo antes de tomar la mano de Gemma en su brazo y caminar juntos hasta la sala principal. Minho dejó escapar todo el aire de sus pulmones al ver a Chris en una vestimenta oscura, digna de una noche de velas, con la camisa arremangada hasta los codos y el saco colgando en un hombro. No se dio cuenta en qué momento se cruzaron sus miradas, pero no las separaron hasta que la señora Bang habló, acercándose a Minho y llamando su atención.

—¡Oh, moría por verla en persona, señorita Gemma! Su cabello es tan llamativo. —Ava sonrió con dulzura, la sinceridad se mostraba en sus ojos. Gemma le devolvió el gesto de la sonrisa—. Soy la Señora Bang, pero puedes decirme Ava. Quiero saberlo todo sobre tu viaje.

Gemma se alejó por el comedor con Ava hablando de todo tipo de aventura. Jiyu no les prestó atención, ya estaba discutiendo con Kang acerca de la comida. Jeongin se había quedado afuera hablando con los otros invitados, la familia Hwang también había llegado. No había señales de Felix, pero Minho no tuvo tiempo de pensar en la razón, pues ya estaba rascando su brazo con nerviosismo al notar que Chris se acercaba a él con paso lento. Pensó en alejarse, en fingir ocupación o huir como un cobarde, pero Chris ya estaba al frente suyo con la mano en el bolsillo derecho y una media sonrisa sincera.

—Deja de hacer eso —exigió, señalando con la mirada el brazo del menor. Minho bajó la mirada y se detuvo. La zona le ardía—. Te vas a lastimar.

Minho no dijo nada, su mirada seguía clavada en su brazo rojo. Bajó la camisa hasta su muñeca para tapar eso, quería irse de ahí, quería evitar a Chris y fingir que su corazón no estaba alterado en su pecho, pero el rubio habló antes de que pudiera pensar en una huida.

—¿Ahora ya no hablas? Vaya, creo que comienzo a extrañar al Minho testarudo. —Chris sonrió y Minho rodó los ojos, la sonrisa del mayor creció al notar eso—. Ahí está, me alegra que aún quede parte de él ahí dentro. ¿Cómo estás, príncipe?

El corazón de Minho latió más rápido que de costumbre, era un apodo normal y usado múltiple veces. ¿Por qué ahora le producía tantas emociones? Minho alzó la mirada con algo de duda.

—Creí que no vendrías. —Minho evadió su pregunta, responderle podría ser una mentira. Tenía que juntar demasiado aire en sus pulmones para hablar sin ponerse nervioso.

—¿Por qué no lo haría? —preguntó aún con la sonrisa en sus labios y Minho no pudo evitar mirarla—. Mis ojos están más arriba, príncipe. ¿Buscas algo ahí abajo? —Chris soltó una risa cuando Minho se sonrojó y se dio media vuelta con vergüenza.

Que lo haya atrapado viendo su boca, era peor de lo que imaginaba y Chris no perdería una sola oportunidad para alivianar la tensión; para hacerle saber que no le molestaba en absoluto.

—Pensé que no vendrías porque no te suelen gustar las reuniones familiares entre los Lee y lo Bang, es todo. Tengo que ayudar con la mesa —mintió Minho, aún dándole la espalda al mayor y hablando por encima de su hombro.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora