XVIII

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El exterior golpeó la realidad de Minho cuando su cuerpo fue víctima de un viento leve primaveral. Se abrazó a sí mismo buscando algún indicio de dónde podía haber ido Chris en su huída. Rodeó la casa hasta el jardín y buscó alguna vela encendida cerca del lago o rincón de la casa Bang con luces en su interior, pero la oscuridad dominaba cada esquina.

Al final, cuando Minho estuvo a punto de volver a rodear la casa de los Lee, notó que el saco que Chris había llevado a la reunión en su hombro, ahora estaba colgado de una rama de un gran árbol al inicio del bosque. No lo pensó mucho tiempo, tomó el saco, lo miró unos segundos y se sumergió entre la naturaleza a plena luz de la luna.

Recorrió las huellas que Chris había dejado, llegando a pensar que solo estaba tomando un atajo para alcanzar el jardín de su casa y esconderse en las sábanas de su cama, pero no estaba yendo a su casa; Chris estaba buscando la iglesia y sabía que Minho estaba siguiéndolo. No podía ser una casualidad las pistas que estaba dejando.

Minho lo siguió en silencio los primeros pasos hasta que alcanzó a ver su espalda. Llevaba una rama seca que solía robar del suelo y su vista viajaba entre la copa de los árboles para buscar la luz de la luna y asegurarse de que iba por buen camino. El espacio entre ambos chicos se redujo a un par de metros y Minho se dignó a hablar.

—¿Desde cuándo sabes que te estoy siguiendo? —preguntó.

Chris no se sobresaltó y eso solo confirmó que sabía de sus acciones, en su lugar, lanzó la rama a un costado y se metió por medio de unos árboles que Minho ya conocía.

—Tenía la esperanza de que entendieras mi mensaje.

—¿Qué fue lo que ocurrió en la cena? ¿Era necesaria toda esa discusión?

—No voy a arrepentirme de lo que pienso, Minho. No soy ese tipo de persona —contestó Chris, mirando por encima de su hombro como Minho lo seguía con el ceño fruncido.

—¿Esta escapada rebelde es a causa de la noticia que nos dio Ava o a tu discusión conmigo? No voy a ignorar que casi arruinas todo con tus reproches.

Chris se detuvo de golpe y Minho se tensó cuando se giró a verlo con enojo en su mirada.

—¿Qué es lo que casi arruino? ¿Vienes a continuar la discusión, Minho? Porque no volveré a pelear con alguien que miente en su argumento.

—No estaba mintiendo —murmuró el menor, incapaz de seguir con aquella mirada exclusiva en él.

Chris suspiró y se dio la vuelta en silencio. Llegó a la iglesia con las manos en sus bolsillos, y sin girarse a comprobar que Minho también estaba ahí, entró al lugar con un fuerte empujón en las puertas. Minho se quedó parado en el umbral de ellas viendo como Chris tomaba aire en el centro del lugar, justo bajo un haz de luz de la luna.

—¿A qué viniste exactamente, Minho? —preguntó el mayor sin mirarlo, su vista solo la obtenía la luna.

—Vi el mensaje en la servilleta.

Chris se giró a verlo, esta vez directo a los ojos. Minho tembló ante esa mirada.

—No es la respuesta que estoy buscando. ¿A qué viniste, Minho? ¿Por qué sigues parado ahí, mirándome como si fuera parte de esta iglesia?

—Porque... —Minho quiso contestar, pero no tenía una respuesta concreta. No había pensado ninguna excusa—. Porque quiero explicártelo todo y sé que esperabas que viniera. Dejaste el abrigo en aquel árbol a propósito. Sabías que te seguiría.

—Y lo hiciste. —Chris no se movió cuando Minho dio un par de pasos hasta el interior de la iglesia. El silencio permitió que el eco de su pisar retumbara en las paredes inestables.

Puertas al cielo - [Chanho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora