Capítulo 3|Que empiece la guerra
Guianna— Pero miren a quien tenemos aquí, si es el maldito sangre negra —espeto.
Francisco ríe con malicia.
— ¿Y usted? Roñosa cazadora.
Alzo las cejas, y suelto una risa irónica.
— ¿Roñosa? ¿No tiene otra cosa mejor? Para su información, mi rutina de aseo es muy frecuente. Pero, podría haber usado... Hermosa cazadora, o gran defensora de inocentes de cabello de ángel o...
— Ya entendí, señora que se cree una diosa del Olímpo. —Se cruza de brazos—. ¿A qué se debe la caminata nocturna?
Doy un paso adelante, con aire de superioridad.
— ¿Debo dar explicaciones sobre mi vida? Eso le importa un bledo. — Lo miro con ojos venenosos—. Y si no quiere morir incinerado frente todo el reino de Whitetown, será mejor que se vaya.
— ¿Y se supone que debo hacerle caso a una mujer que mata brujos por placer? — Clava sus ojos negros en los míos—. Nuestros ritos son para fines positivos...
Alzo las manos en un ademán de ironía.
— ¿Fines positivos? ¡Pero por favor! ¡Asesinan personas! ¡Por eso irán a la hoguera! Sufrirán arduamente y morirán entre exclamaciones y aplausos. ¿Quieren eso?
Me toma del brazo con una agilidad que no pude detener, me tira contra la pared, y desenvaina su espada para clavar la punta sobre mi garganta.
— Quiero que le quede algo en claro —dice, presionando el arma más profundo—, mi familia y yo, haremos lo necesario para matar a cada persona que quiera detenernos, y eso los incluye a ustedes.
De mis ojos lanzo fuego chispeante, llenos de furia.
- Nos vemos en la mañana, princesa. -Quita la espada de mi cuello-. Espero que no le cuente a nadie mi plan, sino... -Pasa su espada sobre mi cuello rozandolo-, ya sabe las consecuencias.
Y desaparece por el pasillo, mezclándose entre las sombras. Suelto un gruñido y me quedo parada en mi lugar, sin saber qué me ayudará ahora.
°°°
- Debo hacer un anuncio -señala mi padre ante todos los presentes que están sentados a la mesa.
Son las ocho de la mañana y yo solo quiero dormir, porque no pude siquiera cerrar los ojos por si el brujo sangre negra hacia un espectáculo.
>> El conde Jackies de Berrytown -sigue el rey- será mi secretario personal y él hará todo el trabajo de proyectos en el reino, suministrará los pagos de impuestos y el dinero que se reuna.
¿Qué demonios? Esta situación está al borde de hacerme colapsar.
Y aquí el mundo se me viene abajo. ¿Secretario personal? Dios santo.
Una masa de aplausos inundan la sala, pero yo sólo miro a Francisco con ojos asesinos. Se está saliendo con la suya.
Apenas puedo beber un poco de té, porque las galletas de limón no pasan por mi garganta: tengo un nudo gigante que impide mi cometido.
El elogiado sonríe con autosuficiencia, pero le quiero borrar esa sonrisa de una cachetada.
El desayuno acaba y todos se van a sus actividades. Por otro lado, quiero correr a mi padre y decirle la verdad, decirle que nuestros enemigos están en el castillo con una identidad que no le pertenece.
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Pasión entre sombras PAUSADA
FantasyDolor, pérdida y venganza eran las tres palabras más importantes que definían al corazón de Guianna Blackely, una muchacha de la realeza con todo lo que deseaba servido en bandeja de plata. Solo que eso no era de su interés, no cuando hacía siglos...