28

84 8 9
                                    

Capítulo 28 |Peor carácter, mayor respeto
Guianna

Pasaron dos semanas desde aquel encuentro. Mi hombro sanó y mi primito nació. Un bonito bebé tan pequeño y delicado que me hace querer tener ahora mismo a mi creación interior en brazos. Los padres del recién llegado están desbordados de felicidad y amor paternal, y no puedo estar más contenta por ambos.

Los intentos de quedar embarazada de mi tía duraron mucho tiempo: años de desearlo y anhelarlo. Y cuando supo que sí lo había logrado, lo habían logrado, dice Janies que a los días vio a nuestra tía desechar a su oso que tanto la acompañó y cuidó. Ese oso de color marrón —que algún día fue blanco—, es un objeto muy importante para mí tía. Escuchó charlas importantes, estuvo en momentos importantes y su según Lisa hace muchos años, ese peluche le dijo en sueños que no debía jugar cerca del rio porque allí hay un tesoro maldito que, si lo tocas, no podrás volver a moverte nunca más. Eso no hizo ningún mal porque ese rio es muy profundo y ella no sabe nadar, por lo que agradezco ese mensaje de vaya a saber quién. Según dice Janies lo ha hecho, yo aún no lo pude comprobar. De hecho, me gustaría preguntárselo personalmente, ¿eso sería muy maleducado de mi parte?

Me guardo esa pregunta en el fondo de mi garganta mientras camino hacia mi habitación. Vuelvo de dar un paseo por el parque del castillo. Un día tan precioso como hoy no puedo malgastarlo estando adentro amargándome con mis problemas. El sol brilla tan, pero tan fuerte que hizo que aquellos rayos se impregnaran en mi cuerpo a través de la piel y me otorgase esa energía que tanto ansié demasiado tiempo. Esa luz logro que esa oscuridad ya no me perturbe como el primer día.

No me duele, ya no tanto como la primera noche, sola y sin atisbos de que esa agonía en la que se ahogaba mi corazón se apaciguara como tanto anhelaba con fuerzas sobrehumanas. Estoy pudiendo procesarlo. Estoy pudiendo aceptarlo.

Siempre fui una enemiga para él.

Soy su presa, soy su diversión.

Y yo no puedo dejar de serlo. Aunque lo intente, no soy capaz. Ya perdí la cuenta de cuantas veces lo intente y fallé.

Sé que una guerra se avecina, porque los Blackblood están furiosos por la muerte del rey, y estamos esperando el golpe. Pero no entiendo por qué aún no llega. Han pasado casi dos meses luego de esa noche que Janies le clavó su arma en el corazón del jefe de los brujos, pero ellos aún no atacan. Lo harán, eso lo sé, pero vaya a saber cuándo.

Conociendo a dicho aquelarre, sé que están esperando el momento apropiado para dar el paso.

—¡No sabes lo que acaba de ocurrir! —Siento unas manos sobre mis hombros lo que me hace dar un salto del susto.

—Ariana, vuelve a asustarme así y la patada que te daré en el trasero hará que vueles hasta Inglaterra —pronuncio con cuidado, dándome la vuelta con brusquedad.

Pero ella no se asusta por mis ojos asesinos ni por mis labios formando una mueca de veneno. Ya está acostumbrada, y siempre me dice que me quiere así como soy: amargada, mal llevada y con un carácter cual perro rabioso. Y yo me aguanto su buen humor por la mañana cuando tengo ganas de atravesarle un ojo a la primera persona que me hable ni bien me despierto.

—Es un muy buen chisme —admite.

—No estoy de humor para tus chismes de las cortesanas que se acuestan con León, Ariana.

Sigo mi camino hacia mi habitación por una repentina sensación de querer estar sola. Me sucede bastante seguido, más que antes. Es como si no soportara la presencia de quienes no son mis hermanos. Siento que me estoy desbordando. Me estoy convirtiendo en alguien tan ajeno a lo que era antes que ya ni me reconozco en el espejo.

Pasión entre sombras PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora