Capítulo 8|Desliz con el enemigo
Guianna- ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo lo encontraron?
Mi padre arquea la cabeza en signo de que lo siga.
- Parece que han encontrado las catatumbas.
Intento verme convincente; como si no supiera nada. Un paso en falso y todo se irá a la mierda.
- ¡Malditos! -exclamo con fiereza.
Camino a la par de mi padre hacia la entrada de las catatumbas. No es fácil ingreso, casi es invisible: la entrada está escondida entre los ladrillos de uno de los pasillos menos concurridos.
Padre toma el ladrillo más oscuro de entre los tantos otros, hace presión y se entreabre una pequeña puerta.
Sigo sin saber cómo fue que los Blackblood lograron encontrarla y hacer una puerta propia.
- Han estado guardando cuerpos entre pilas -me explica asqueado-. Todos los ayudantes del castillo que desaparecieron de repente, yacen en ella.
Aunque lo sé, un escalofrío recorre mi espalda.
- Son unos descorazonados.
Ambos ingresamos por la pequeña entrada y caminamos agachados por el estrecho pasillo.
- Hace años no entraba aquí -comenta el hombre que tengo enfrente-. No le usaba desde que tu difunto abuelo las cerró para evitar las ratas.
Intento ver en la oscuridad y no chocarme contra mi padre. Sólo hay una luz diminuta al final del recorrido que sí alumbra al rey Blackely.
- Bueno, ya está plagado de ratas... pero humanas.
Él suelta una risa, pero una tos fuerte la tapa.
- ¿Padre? ¿Se encuentra usted bien?
- S-sí... Es. -Tose-, es que hay polvo.
Esta empeorando.
¿Cuándo se irá contigo, madre?
- Al fin llegan. -Bufa Adrian-. Ya quiero matarlo.
- Sí, inhalar el mismo aire nos enferma -añade Felix.
Suspiro. Estos dos son como uno solo.
Me acerco a donde están mis hermanos, encontrándome también a Janies. Y me topo con el Blackblood.
- Oh, miren. Un rata humana. -Abro los ojos en tono sarcástico-. Hace mucho no veía una.
El tipo de cabello castaño, cayendole a mechones por el rostro, me mira con odio y asco.
- Rata será usted, escoria. -Escupe a mis pies.
- Oh... -Le echo una rápida mirada, mientras intento no matarlo aquí mismo con mi daga-. ¿Quiere empezar así? Pues, abramos el juego.
El hombre aprieta los labios con furia.
- ¿Cómo fue que entraron al castillo? ¿Cómo conocieron las catatumbas? -inquiere mi padre.
Nada.
- Reitero. ¿Cómo fue que encontraron las catatumbas? -repite.
Silencio.
Entonces toma una pinza de gancho grueso y lo mira, sádico.
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Pasión entre sombras PAUSADA
FantasyDolor, pérdida y venganza eran las tres palabras más importantes que definían al corazón de Guianna Blackely, una muchacha de la realeza con todo lo que deseaba servido en bandeja de plata. Solo que eso no era de su interés, no cuando hacía siglos...