24

117 12 13
                                    

Capítulo 24|Tapar no es sanar
Guianna

No.

No puede ser verdad.

Esto debe ser una equivocación.

Siento como si mi corazón se detuviera y todo se congelara. Siento como si el presente fuese irreal, y la voz de Janies se hubiera esfumado. Mi vista se centra en un punto nulo y un escalofrío recorre mi espalda.

Toda nuestra relación pasa por mi cabeza. Todo lo que vivimos: como se hizo pasar por un conde de falso nombre para entrar al castillo, como fueron nuestras peleas y nuestras discusiones. Como acabábamos intimando con salvajismo y pura pasión y lujuria. También como me salvó de una hemorragia letal y cuidó de mí en su cabaña (que aún no sé por qué lo hizo). Recuerdo además que juró vengarme, y yo le tomé la palabra.

No puedo soportar el dolor en mi corazón. Es como si la pesadilla reencarnara en la realidad, y lograse retorcerme del dolor imaginario.

- ¿Guianna? ¿Estás bien?

Pero yo no puedo responder, tengo un nudo formado en mi garganta y mi alma destrozada. Quiero gritar, quiero llorar a cántaros, quiero apagar el dolor que desgarra mi corazón.

Pero, si Janies se entera de mi pecado, me odiará por el resto de mi vida.

El intentando no derrumbarme ante mi hermana es casi imposible, pero lo intento de todos modos y asiento con dificultad para respirar.

- Qué bien... -solo puedo decir. Y lo que más quiero en este momento es estar sola-. Q-quiero descansar.

Janies me mira con preocupación y a la misma vez extrañeza, pero hace lo que le pido. Y ni bien cierra la puerta, me permito soltar todo mi dolor.

Me duele la herida de mi hombro, pero ese dolor no se compara con la pérdida.

No puedo evitar que un grito desgarrador salir de mi garganta, soltándolo sobre mi almohada para acallar el sonido. Pero uno no basta, dando tantos alaridos que me dejaron con la garganta ardiendo.

- ¿C-cómo pudiste hacerme e-esto? -Sollozo con ardor en mi alma-. ¡Maldito sangre negra!

¿Qué haré ahora?

¿A quién molestaré?

¿A quién le haré la vida imposible?

¿Qué me queda? Creo que me tocará ser infeliz por el resto de mi vida.

Sí. Así será.

Me prometió vengarme. ¿Quién lo hará ahora?

Ese rostro atractivo y pícaro, junto cabello oscuro y ruloso. Cuerpo fornido y trabajado que adoraba tocar. Esa barba suave y ojos negros, tan profundos y misteriosos que borboteaban veneno y deseo a la misma vez.

Él hacía que mis días tuvieran intriga y adrenalina; ahora solo queda vacío, un maldito agujero en el pecho que no quiere desaparecer.

°°°

- Es muy entretenido, Guia -me cuenta Lisa, con sus ojos bien abiertos, que ha descubierto un escondite nuevo en el castillo para esconderse cada vez que hay que ir a dormir la siesta-. Hay escaleras y una estatua grande como un gigante.

- ¿Una estatua? -pregunta Janies con la vista en su bordado-. Qué raro. Que yo sepa no hay ningún lugar así.

Yo no tengo ánimos de hablar, solo hundirme en mi miseria y ahogarme en llanto. Es por la tarde y mis hermanas me hacen compañía, solo que yo no les presto atención, porque el dolor me invade. Mi pecho está lleno de angustia, mi alma se siente hueca y mi hombro me arde cada vez que lo muevo un centímetro.

Pasión entre sombras PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora