Capítulo 11|Temor
GuiannaSalgo de mi habitación, ya preparada mentalmente para cruzarme con el demonio enmascarado y camino por el pasillo, saludando a todo el que vea conocido.
Cruzo la puerta del comedor y recorro el lugar, mientras doy los buenos días a todos.
Me acerco a la mesa y me encuentro que, mi padre y el sangre negra, están sentados juntos.
¡Oh, vamos! ¿Qué más quieres de mi, Dios? Falta que se hagan mejores amigos, beban whisky escocés y jueguen a las cartas. ¡Ten piedad de mí, te ruego!
- Hola, Guia. -Sonríe padre-. ¿Cómo empezó tu día, querida?
Perfectamente, pero ahora va en picada.
-Bien. -Me limito a decir, y tomo asiento al lado de Adrian.
Tomo un trozo de budín de vainilla, y me sirvo en mi taza té con la tetera de fina porcelana.
- ¿Cómo ha dormido, princesa? -pregunta Francisco... Me quedo estática y a medio camino de batir el azúcar del té.
Levanto la cabeza y lo observo, buscando su mirada fría y despiadada. Pero en su lugar, encuentro un divertido mirar. ¿En serio?
Parpadeo varias veces y entrecierro los ojos.
-Muy bien, gracias por preguntar -respondo secamente.
Y después de esa frase, no volví a hablar. Y mientras desayunaba, él no dejaba de mirarme fijamente. Y no creo que sea porque alaba mi belleza, está buscando el momento de actuar.
¿Qué quieres de mí, Blackblood?
No me dejaré pisotear. Él entró en mi mente y me manipuló. No daré rienda suelta.
Yo no lo quiero, no lo deseo: lo detesto. Yo lo odio, lo odio con tantas ganas que puedo gritar y nada acallara el sentimiento.
Lava recorre mis venas, y viajan por todo mi cuerpo con furia. Estoy harta de fingir esto. Estoy encubriendo muertes de personas inocentes, que no merecían morir de una manera tan despreciable.
- Con su permiso. -Se levanta Francisco de la mesa y deja la servilleta sobre ésta, y se va con un saludo grácil de cabeza.
Camina, recorriendo toda la larga mesa en la que estamos sentados y pasa por el umbral de la puerta.
Síguelo.
En eso te haré caso. Al fin sirves para algo, conciencia.
Me paro de mi asiento, llevandome la mano a la cabeza.
- Si me disculpan, me dio migraña. Me retiro.
- Si quieres puedo hacer que te lleven un té especial... -responde mi padre, pero casi sin darme la vuelta para contestar, niego con la cabeza y salgo del comedor.
Camino a pasos silenciosos, viendo como el brujo pasea por el pasillo como si el castillo fuera suyo. Tiene uno propio, y muy grande, ¿por qué no se va de una vez?
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Pasión entre sombras PAUSADA
FantasyDolor, pérdida y venganza eran las tres palabras más importantes que definían al corazón de Guianna Blackely, una muchacha de la realeza con todo lo que deseaba servido en bandeja de plata. Solo que eso no era de su interés, no cuando hacía siglos...