27

119 10 17
                                    

Capítulo 27| La invidente

Guianna

Qué. Acabo. De. Decir.

¡¿Qué demonios salió de mi boca?!

Eso. Eso salió de mi boca.

Mierda. Como me mira me hace arder las mejillas en un rojo fogueante y vergonzante.

<<-Estoy enamorada de ti, Francisco.>>

El aludido, tiene una ceja altiva alzándose lentamente en su rostro, una mueca de superioridad y una faceta arrogante.

Juro que se la borraré de un puñetazo.

¿No va a decir nada? Porque yo no. No puedo ni de broma. Aunque quisiera, me he olvidado a usar mi lengua.

¿Se divierte de mi revelación?

Sí, porque se echa a reír como un descarado, mientras que yo le miro con el ceño fruncido y un supremo arrepentimiento de haber soltado ese secreto que tanto guardé.

-¿De qué mierda te ríes? -pregunto con una mirada asesina.

Está más que encantado por saber la verdad, y eso lo noto. Pero a juzgar por su cara, él no me dirá algo bonito.

-Tonta.

Paro cualquier pensamiento de bochorno y maraña mental de qué tiene en su retorcida mente y lo miro con fijeza.

-¿Disculpa?

Su dura faceta maléfica llega de nuevo y ante el repentino cambio tan brusco, logra hacerme estremecer. Una sonrisa infrahumana y ojos venenosos y oscuros como la noche atrapan mi atención y hacen que tema por su respuesta.

Es como ver al diablo en persona.

-¿Cómo fuiste tan tonta de enamorarte del villano, luzbel? -pregunta con burla.

Soy incapaz de responder, porque yo me pregunto lo mismo.

-¿Cómo fue que caíste en mis garras? -Su voz suena grave y burlesca-. Creíste que estabas ganando, ¿eh? -Su rostro refleja una fingida inocencia, incluida de una descarada burla-. ¿Creíste acaso que sentía algo por ti?

Estoy más que desarmada, más que abatida. Por todos los Cielos, ¿cómo fue que caí tan bajo? ¿Cómo me deje llevar por la carne? Está claro que él no ama a nadie. Y nunca lo hará.

Francisco Blackblood es un libertino; en mujeriego. ¿Cómo llegue a pensar que podría quererme? ¿Cómo...?

-¿Y por qué eres tan amable conmigo? -aventuro.

Su rostro se endurece y tensa la mandíbula.

-¿Siempre fuiste así de boba?

La mirada que clavo en sus ojos hace que suelte una risotada amarga. ¿Hoy es el día de denigrar a las personas y no lo sabía? Porque en este momento me vendría de maravilla.

-¿Cómo no te das cuenta de la verdad que tienes ante tus ojos?

Francisco parece regocijarse ante mi confusión evidente. Lo disfruta.

-Disfruta de tu vida por ahora. No durará mucho el latir de tu corazón.

Suelto una risa seca y amarga.

-¿Crees que puedes amenazarme?

Francisco no me devuelve una mirada agradable. Pero no responde ese comentario, sino que me pregunta algo que logra hacerme sentir como si mi corazón fuese atravesado por una espada.

Pasión entre sombras PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora