Capítulo 10|¿Sueño?
Guianna— ¡Guia! Es hora del té. —Es Janies.
Abro los ojos de golpe. Esa es la manera que tienen de despertarme. Porque, pueden estallar las ventanas y caer un rayo dentro de la habitación, y yo seguiré durmiendo como tronco.
— Voy en un segundo.
Me levanto de la cama y me pongo mis botas. Para después soltar mi cabello porque me da flojera peinarme.
Mi hermana se pasea por la habitación, husmeando cada cosa de las estanterías, mi tocador y decoraciones.
— No me vayas a robar nada, Janellina —advierto a mi hermana.
Ella hace un ademán de negación y sigue mirando, pero la conozco, sé que se llevará algo.
— Deja de husmear en mis cosas y vamos al comedor, quiero comer algo —digo.
La rubia de vestido azul me sigue hasta la salida y ambas nos encaminamos al comedor. Y nos topamos con Francisco y mi padre quienes hablan como si se conocieran de toda la vida. Odio esto.
No puedo quitar mis ojos del Blackblood, ardiendo en cólera y queriendo saltar le encima y cortarle la cabeza.
El castaño gira la cabeza y nos mira con amabilidad, aunque sé que es suma mentira, está viendo cuándo actuar.
— Oh, hola niñas —saluda nuestro padre—. Estaba platicando con el señor Jackies sobre los pagos del mes. Y me dio la gran idea de reducirlos y hacer una feria masiva, para así los pueblerinos puedan vender sus artesanías. ¿Qué les parece?
Yo me perdí por la mitad de lo que dijo, estaba mirando fijamente al sangre negra y viendo su manera de sentirse autosuficiente.
— ¿Así que feria, eh? —dice mi hermana—. Me parece una idea perfecta.
Volteo a la rubia y pongo los ojos en blanco, siempre se sale con la suya.
— Entonces, daré la noticia para que se vayan preparando —dice Francisco.
Ruedo los ojos y camino hacia la larga mesa, sentándome al lado de mi tía Florencia.
— ¿Cómo llevas el día, Guia? —pregunta con un apretón en el hombro.
Para el demonio.
— Bien, tía. ¿Y tú?
Ella sonríe, y algo se rompe en mi corazón: me recuerda a la sonrisa de mi madre.
Se parecen, y a veces eso me juega malas pasadas. Es bonito ver su rostro y en él ver reflejada a mi madre, con sus ojos azules y pacíficos, junto rasgos amables, pero la magia dura unos segundos, porque entonces recuerdo su muerte y eso me destroza el alma.
— Tengo una noticia.
Alzo las cejas, ¿se abra separado de su oso de peluche? Sí, una señora de treinta y cinco años aún duerme con un oso de peluche. Tiembla Lisa.
— ¿Nos vamos de vacaciones? —pregunta Felix.
— ¿Nos dejarás parte de tu herencia? —añade interesado Adrian. Lo miro con terror. O sea, yo también lo quiero. Pero eso no se pregunta.
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Pasión entre sombras PAUSADA
FantasyDolor, pérdida y venganza eran las tres palabras más importantes que definían al corazón de Guianna Blackely, una muchacha de la realeza con todo lo que deseaba servido en bandeja de plata. Solo que eso no era de su interés, no cuando hacía siglos...