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Capítulo 5|La maldición
Guianna

¿Cómo es que nacen los bebés? —inquiere Lisa, y mi hermana escupe todo el te que había bebido hace instantes.

Yo sólo miro a mi padre. De hecho, todos lo hacemos. ¿Cómo se le responde a una niña de nueve años como se crean los bebés?

— Eehh —balbucea mi padre—. Cuando... —Suspira. Esto será divertido—, cuando una mujer y un hombre se aman, el hombre deja unos animalitos dentro de la mujer...

Contengo la risa tan fuerte que quiero soltar.

— ¿Animalitos? ¿Pero cómo un animalito entra en una barriga? —pregunta Lisa, confundida.

— Son muy pequeños, siquiera se ven —sigue el hombre—, y entonces ese animalito crece en el vientre de la mujer y a los nueve meses nace.

Lisa frunce el ceño.

— ¿Y cómo sale?

Y una risotada sale sin que pudiera contenerla, y todos me miran mal.

— Es muy feo, cariño. Créeme que no quieres saberlo.

— Sale por un agujero mágico —dice Felix.

— Sí, y el bebé baja por un tobogán y así sale del vientre —añade Adrian.

La pobre niña está muy confundida.

— ¿Cómo que un tobogán?

Pero ella es interrumpida por varias voces masculinas que entran en la sala.

— Buenos días —saluda Josh, y detrás vienen mi tía Florencia y otros dos más hombres que no sé sus nombres.

Me pregunto dónde está León...

— Familia Blackely —Oigo una voz grave que conozco bien—. Buenos días.

Me giro para encontrarme con Francisco, y no me mira como lo hacía antes. ¿No estábamos en buenos términos?

El desayuno fue aburrido, no pararon de hablar sobre números y rentas. Veo que Francisco se levanta de su silla y sale del salón, y yo lo sigo. Quiero darle las gracias por haberme salvado.

— Francisco —lo llamo, pero él no se da la vuelta—. ¡Oiga!

Como noto que no tiene ningún interés en darse la vuelta, acelero mi paso y lo alcanzo. Le tomo de la muñeca y hago que se me mire.

— ¿Qué demonios quiere? —inquiere con veneno.

Frunzo el ceño. ¿Por qué este cambio tan repentino de humor?

— Sólo... Sólo quería agradecerle por haberme salvado.

— Sólo lo hice para poder un día de estos matarla. No se crea que lo hice por cariño, fue mi deber, quiero matarla para poder disfrutar de su agonía.

Doy un paso hacia atrás, como si hubiera recibido un golpe.

— No fue nada por calidez hacia usted. Y ahora me arrepiento de haberlo hecho. No debí salvarla.

Pasión entre sombras PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora