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Capítulo 9 | Sanguinario
Guianna

Vuelvo a mi aposento, soltando palabrotas mientras camino.

¡Me iba a acostar con mi enemigo! ¿Qué demonios me sucede?

Está muy bueno. ¿Has visto cómo besa?

Sí... Además cómo...

¡No! ¡Cállate, maldita! Me llevarás a la ruina si sigues así.

Abro la puerta de la habitación y entro en ella. Hago el mínimo ruido para no despertar a León y me meto en la cama.

Lo miro con pesar... Le iba a ser infiel por un hijo de perra. Que cerca estuve de pecar.

Suspiro y le doy un beso en la frente, para después apagar la vela que casi está por consumirse.

- Te amo, mi amor.

°°°

Estamos sentados a la mesa. Son las doce del mediodía, el clima en Edimburgo es frío, tan frío como el hielo, y la sopa de carne y verduras nos mantiene calientes para enfrentar el día.

El comienzo de mi día fue espantoso, la ventana de la habitación estaba abierta -más no sé por qué-, haciendo que me congelara y debiera levantarme a regañadientes y verme obligada a empezar mi día con el pie izquierdo.

Lo otro: León me dejó una nota de que debía hacer unos recados y firmar papeles con su padre, y lo peor, no habían galletas para desayunar, sólo pan. Eso fue una tragedia.

Hoy no es mí día.

- Guia -me llama Janies-, ¿te sucede algo? Estás con la mirada perdida.

Me suceden muchas cosas.

- No -miento-, estoy cansada. No dormí muy bien anoche. Es solo eso.

Mi hermana apoya su brazo sobre la mesa, y descansa su cabeza sobre la palma de su mano.

- ¿Y si tomas una siesta?

Me encojo de hombros. No es una mala idea, una siesta nunca es una mala idea.

- Te haré caso.

Una sonrisa se dibuja en su rostro.

- Y luego jugaremos a las cartas -añade-, debemos hacer la revancha.

Suelto una risa.

- Oh, sí. Me debes una jugada, y esta vez apostaremos.

Janies alza una ceja perezosa.

- ¿Qué apostaremos?

Me lo pienso unos segundos... ¿Comida? Nah. ¿Algún collar...? Uh... Ella tiene unos...

- Tus pendientes de oro blanco.

Mi hermana abre los ojos de par en par.

- ¿Que qué? -Niega con la cabeza-. De eso nada. Fueron un regalo de padre para navidad.

- ¡Oh, vamos! ¡No seas aguafiestas! -Pienso y repienso qué puedo ofrecerle-. ¿Mi collares de perlas?

- No.

- ¿Un par de aros de diamante rosa?

- Tampoco.

La cosa está difícil...

Pasión entre sombras PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora