Capitulo 1

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Despertar con el sol de cada mañana me reconfortaba el alma, y sin darme cuenta, curaba las heridas de las pesadillas que se desataban por la noche. Los rayos de la gran estrella de fuego que se esparcían por mi habitación me daban esa cálida sensación de siempre.
Al levantarme, mi cabello estaba enredado y mi cara, algo hinchada por dormir boca abajo.

Me estiraba mientras en mi gigante ventana admiraba el sol resplandeciente, hacía muecas mientras estiraba mis brazos hacia al frente, de mi garganta obtenía jadeos de relajación. Sabía que sería un gran día. Me fijé en la hora mientras jugaba con mi cabello.

No puede ser.

-¡Por qué nadie me despierta nunca!-grité con desesperación al mirar lo tarde que era; mínimo se escuchó en toda la cuadra aquel grito. Despertaba tarde y llegaba tarde a mi instituto, pero mis calificaciones siempre eran las mejores, aunque normalmente duraba un rato para que me dejaran pasar.

Apresuré a salir de mi habitación bien arreglada, bajando las escaleras a toda velocidad, sin importar con qué chocara, aunque era precavida de romper algún jarrón.

- Buenos días, ama... - me dijo aquel hombre de cabellera larga, de color amarillo pálido mientras era amarrada con una pequeña cinta, ojos de color celeste, combinación extraña, pero que en él resaltaban de gran manera.

- Buenos días, Haru. - respondí con un tono de voz dulce mientras le daba una pequeña sonrisa.

Tomé asiento en el sillón mientras veía que el respetable mayordomo servía una taza de café y galletas. Él era tan atento a mis gustos.

-Llegando tarde otra vez, señorita responsable. Que sorpresa. - escuché la voz irritante de ironía de aquel sujeto, el más fastidioso del universo era él. Jeff.

- Eres un desgraciado.-murmuré por lo bajo mientras él se acercaba por detrás y me revolvía el cabello con su mano libre mientras la otra sostenía su mochila sobre su hombro.

Ojalá se lo llevara un elefante.

- Llegarás tarde si no mueves el pico, querida hermanita. - me dijo con una risa algo burlona, yo no le presté atención ¿Para qué? Era una discusión sin fin.

Tomé el café que Haru había servido. Lo tomé algo rápido por el apuro. Hacía muecas raras lo que causaba que Haru diera una pequeña risa.

-Ahogarse no es una buena forma de morir, señorita Yusi. -dijo Haru entre risas mientras mis mejillas estaban rojas de lo caliente que estaba el café, y el hecho de tomarlo deprisa.

-¡Ya me voy! - tomé mi mochila y antes de llegar a la puerta ví a mi padre bajar las escaleras mientras revisaba algunas cosas en la tablet.
-¡Adiós padre!- le grité con entusiasmo.
Sin embargo, no recibí ninguna respuesta más que una mirada seria e ignoracion.

Sin más que decir no lo miré más y salí por la puerta mientras la cerraba detrás mío.

En el camino solo podía pensar en qué excusa pondría esta vez para el director.

Ví pasar una camioneta negra a mi lado, de la marca de la empresa de mi padre, pero no le di importancia; ya sabía de quién se trataba.
Me encontré con unas compañeras en el camino y anduvimos hasta el instituto, al entrar ví la camioneta negra en el estacionamiento.

-(Genial)- pensé irritada.

Entré y cada compañera se fue a su aula.

Me dirigí algo nerviosa a la puerta del salón, di un gran suspiro, y luego de pensar en cómo actuar, giré la manilla para abrir. Al entrar, escuché aquella voz dulce que llenaba mi corazón de tranquilidad mientras dictaba una historia.

En proceso de protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora