— ¡Apúrense! — grité desde el pie de las escaleras. Literalmente llegaríamos 10 minutos tardes si ellos no movían el pellejo.
— ¡No encuentro mi otro zapato! — exclamó el rubio buscando su zapato azul obscuro por debajo del sillón. No era desordenado, pero la última vez que lo usó fue cuando tuvo una pelea de almohadas con Haru, en serio eran bebés grandes. El tono de su voz mostraba frustración por lo que decidí ayudarlo.
— ¿No es ese que está en la habitación de invitados? — mencionó Haru bajando las escaleras con el ceño fruncido.
El rubio chasqueó los dedos y corrió a la velocidad de la luz subiendo a los escalones, y haciendo que Haru tuviera que ordenar un poco su cabello.
Fui directo a la puerta y la abrí sintiendo como los cálidos rayos del sol daban un nuevo día.
De un momento a otro ya nos encontrábamos tomando un autobús. Los susurros se hacían escasos. Estaba empezando a controlar esta habilidad. Por otro lado, el olfato era el más difícil, el rústico metal de las barandillas hacía que todo el lugar fuera una pesadilla.
Finalmente salí de ahí, sentía que necesitaba un inhalador, primero por el olor; segundo, estaba al frente de la cafetería. Mi uniforme me quedaba algo apretado, lo que hizo que no me dejara respirar del todo bien. Suspiré profundamente y procedí a entrar. Haru y Takeshi estaban caminando detrás de mí.
— ¡Buenos días! —gritó Anthony desde la puerta de empleados, como siempre dando una gran sonrisa.
Observé el lugar y luego fruncí el entrecejo, no había absolutamente nadie. — ¡Buenos días! Este lugar se ve desolado.
Él dio una pequeño risa a lo que quedé algo confundida. — Hoy es domingo. — dijo con su sonrisa carismática.
¿En serio? Desde que llegué no he estado pendiente de los días de la semana. Ese comentario elevó un pequeño sonrojo de vergüenza, se notaba lo despistada que era. Se escuchó la risa de Haru y Takeshi al fondo, y sobre mi hombro les di una mirada fulminante. Ellos elevaron las manos en postura de inocencia. Suspiré de nuevo y le sonreí. Trágame tierra. —Lo siento... Qué clase de empleado no recordaría el día de trabajo. — choqué levemente mi mano contra mi frente.
— No te preocupes, debes estar nerviosa. Por cierto ¿Ellos son tus amigos? — habló refiriéndose a los chicos detrás de mí.
— Sí, los había invitado a comer... Lo siento. — murmuré de vergüenza.
— No te preocupes, podemos cocinarles algo.
— ¿En serio?
— Por supuesto. Pero primero, deja te presento a tus compañeros. Por favor acompáñame. — habló entrando por la puerta de empleados.
Miré a los chicos y ellos asintieron con una sonrisa, a lo que yo asentí y fui detrás de Anthony.
Entré insegura por la puerta. Inmediatamente quedé boquiabierta al ver lo grande que era el lugar. Cada empleado de encargo tenía un escritorio. El lugar era muy brillante y todo estaba ordenado, de igual forma las paredes estaban pintadas de un hermoso color lila. Habían 5 escritorios distribuidos en toda la sala. — ... Impresionante.
— ¿Cierto?
Volteé a la dirección de donde provenía la voz, y ese dulce olor a lavanda. — ¡Ayami! — exclamé al verla.
— Qué tal, Hirawa. — habló dándome esa sonrisa agradable.
— ¿Trabajas aquí?
— Síp, soy la encargada de los meseros.
ESTÁS LEYENDO
En proceso de protección
FantasyA no tener madre súmale que tu padre te odie. Súmale un crush que termina matando a tu padre y luego súmale que debes salir de tu ciudad. Ahora resta las posibilidades de tener una vida normal luego de ello y multiplica las posibilidades de experime...