Capitulo 23

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— ¡Apúrate, el cliente espera!

— Vooooy; esto lleva dedicación, ¡caray! — gritó desde la cocina el chico con aroma a especias.

Otra vez, otra vez peleando en el trabajo. En verdad eran un problema, pero trataba de aguantarlos.

— Que bueno que el jefe no está aquí, los despide si escucha en el tono que se hablan. — se quejó Ayami mientras caminaba hacia la mesa 7.

Aquel día miércoles, Anthony fue al velorio de un familiar recién fallecido. Ayami le tocó ser mesera mientras reemplazaba a su mesera principiante, que aquel día tambien tuvo un inconveniente, y yo debía aguantar los gritos de Nat y Liam.

— Aquí tienes, Yusi. — habló Nat por la ventana de entrega mientras su voz llevaba consigo algo de fastidio.

Entregué la orden como siempre con una sonrisa y el cliente se fue alegre. A esa hora, 10:46am, pasaban uno y que otro estudiante por desayuno, me recordó rápidamente a mi yo estudiante y sentí gran nostalgia.

Ayami volvió bufando y yo solo pude fruncir el ceño algo confundida mientras atendía al siguiente cliente. — ¿Pasó algo?

— Un ingenuo se cree la gran cosa por llevar un traje de abogado y gran reputación. En fin, la gente rica. — gruñó enojada entrando a la cocina.

Miré la puerta por dónde había entrado aún procesando su queja, solo suspiré algo cansada y seguí trabajando.

A los 3 minutos Ayami volvió a salir y se dirigió nuevamente a la mesa 7. — ¿Vas otra vez?

— Creo que es un alienígena, no entiende absolutamente nada de lo que le trato de explicar . — Murmuró.

Dirigí mi vista hacia la dirección en donde ella caminaba, pero la visibilidad de la mesa en mi posición era imposible por el mural celeste y algunos adornos de flores de margarita.

Otro suspiro salió e ignoré el enojo de Ayami.

Luego de que la clienta pidiera su pedido, Ayami llegó al mostrador y con fuerza colocó un billete algo arrugado. — No quiere este cambio. — dijo entre dientes mientras se notaba una ligera vena en su frente y que su cordura se estaba perdiendo.

Tensé mi mandíbula y tomé el billete con cuidado. Hice un intercambio en la caja y le di un billete más nuevo. — Tranquila, recuerda que debemos tener paciencia con los clientes.

— ¿Paciencia? — chistó con ironía. — En mí, no-hay-paciencia, Hirawa. — entrecortó lentamente.

Le di una sonrisa nerviosa y ella volvió a la mesa. Vamos, Ayami, tú puedes.

Me parecía extraño, bueno, por primera vez veía como un cliente complicaba la situación. Aunque como ella dijo, gente rica.

Normalmente los millonarios hacen perder el tiempo a personas de baja sociedad, aunque en mi opinión, yo era distinta por ese lado. Pero en serio ¿Qué hace un millonario en una cafetería de esta estatus? No digo que seamos pobres, pero los millonarios con relevancia, en este caso irían a un restaurante de cinco estrellas.

Durante los siguientes minutos, la cafetería se llenó de un olor puro. Me fue extraño. Solo podía pensar en una persona con ese aroma.

La cafetería se fue vaciando y no había rastro de Ayami. Tal vez estaba acabando con el cliente que hace un rato le hacía la vida una miseria.

— ¿Dónde está nuestra jefa favorita? — Liam preguntó entre risas saliendo hacia la caja registradora.

— Tal vez matando a alguien. — hablé de forma sarcástica y me encogí de hombros.

En proceso de protecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora