Rafe.
No quería volver a mi casa. Nunca quiero, pero la tormenta me estaba obligando a refugiarme. Lo había retrasado todo lo posible, incluso recogiendo a la amiga de mi hermana para dejarla en su casa y no llegar a la mía.
Estaba cansado de mi padre. Dejé la universidad por él, para dedicarme únicamente a nuestra empresa y poder complacerle. Pero nunca es suficiente. Nada de lo que hago cumple sus expectativas y eso hace que me frustre con todo.
Últimamente sólo discutíamos. Me mandaba algo, y lo hacía. El cambiaba de opinión y me lo reordenaba hacer, y nunca estaba conforme. Así continuamente. Solo lograba asfixiarme. Hasta que encontré una sola salida...
—Por fin llegas. —La voz de mi padre suena cada vez más cerca nada mas abrir la puerta, me estaba esperando.
—Si, estuve ocupado...
—¿Ocupado? ¿Con que? —Dice mirándome de arriba a abajo.
—Cosas mías. ¿Que ocurre? —Le pregunto cuando se para frente a mi.
—¿Que fue de los generadores?
—Están... encargados.
—Rafe. —Dice serio. —Hay tormenta, y se encamina un huracán que llegará en un máximo de una semana. Los teníamos que tener ya.
—No es mi culpa que la empresa se retrase.
—Si lo es. Claro que lo es. Era tu labor.
—Papá... —Digo aguantando mi furia.
—Espero que pronto estén aquí. —Dice tajante. —¿Comprendes?
Asiento con la cabeza y me hago a un lado para subir las escaleras y dirigirme a mi habitación. De nuevo había logrado que me cabrease bastante.
Entro en mi habitación dando un fuerte golpe a la puerta y me lanzo sobre mi cama quedando boca abajo. No aguanto el estrés, es algo que siempre he odiado y estar en esta situación sobrepasa mis límites. ¡Ojalá pudiera complacerle por una sola vez!
—¿Rafe?
Sarah estaba adentrándose a la habitación. Supongo que por el portazo que había dado, ahora estaba algo alarmada.
—Fuera, Sarah. Quiero estar solo.
—¿Que ocurre?
—Dije fuera. —La respondo de nuevo.
Ella se queda en silencio unos segundos y cuando me quiero dar cuenta en lugar de abandonar mi habitación noto como está a mi lado acariciando mi cabello. Me levanto de la cama y la miro.
—¿Es por el trabajo que te ordenó papá?
—Así es. —Murmuro aún enfadado.
—Te dije que no malgastases tu dinero en la fiesta de la semana pasada. ¿Ahora que?
—Me queda poco dinero por reunir. Haré algún trabajillo y lo conseguiré a final de semana.
—¿Que clase de trabajo?
—No te incumbe.
—Eres horrible aún cuando trato de ayudarte. —Resopla algo enfadada.
—Ajá. Cierra la puerta al salir.
Lo único que tenía que hacer era vender droga durante una fiesta que se había para mañana por noche en casa de Erick, uno de mis amigos. Por eso había estado en el arrabal.
Necesitaba bastante dinero; para los generadores y para poder devolverle a Barry. Y tenía muy poco tiempo para ambas cosas, así que debía ser listo, rápido y sobretodo tener cabeza esta noche y no pasarme... de la raya.
(...)
Llegué algo tarde a la fiesta. Era lo justo porque la gente ya estaba bastante contenta y con ganas de aun mas fiesta. Y eso era lo que yo iba a proporcionarles.
—Ey Erick, corre la voz de que traje de todo. —Le dije a mi amigo en cuanto le vi.
—Eso está hecho.
Me acerqué a una de las mesas y tomé un vaso con algo de alcohol, estaba fuerte, pero no iba a ser el único que se quedara sin beber en esta noche.
La gente comenzó a venir a mi. Uno a uno fui llenando mi bolsillo lentamente durante toda la noche, la verdad es que si los padres de toda esta gente presente supieran lo que sus perfectos hijos hacen en estas fiestas... se llevarían mas de un disgusto.
—Rafe, invítame a mi.
Reconocía esa voz. Me giré sobre mis talones ya que la persona estaba detrás de mi y una gran sonrisa se formó en mi cara. Efectivamente, era Natalie. Ella fue mi amiga con derecho a algo mas durante varios meses atrás, pero su familia se mudó a la capital de Carolina del norte y no la veía desde entonces. Verla fue como un gran subidón y nos lanzamos a darnos un abrazo.
—Claro que sí, rubia. —La digo tomándola del brazo y acertándonos al sofá.
Sabía a que se refería, y no era ni tabaco o un cubata. Tomé una de mis bolsitas con cocaína y puse parte del contenido sobre la mesa, haciendo dos finas rayas para cada uno.
—¿Segura? —La pregunté.
—Si no lo haces tú, me tomaré yo las dos. —Dice riendo. Estaba loca.
Reí por lo que dijo y acto seguido ambos esnifamos la sustancia. Un subidón recorrió mi cuerpo. Sabía que había dicho que hoy iba a controlarme pero las cosas acababan de cambiar.
Nos quedamos hablando durante gran parte de la fiesta mientras la gente seguía viniendo a mi. Cada vez que me encontraba mal, volvía a esnifar. Y así hasta que todo se volvió un desmadre. Y dejé de recordar.
Lo primero que veo al despertar es el cuerpo de Natalie sobre mi. Ambos estábamos dormidos en uno de los sofás, vestidos, al menos. Había gente en el suelo y la casa estaba hecha un desastre.
—Joder... —Murmuré tocando mi cabeza. Me iba a explotar.
Dejé que Natalie siguiera durmiendo en el sofá y me puse a recoger mis cosas. Pero al hacer el recuento me faltaba aun dinero.
No entendía nada. No me quedaba ni una sola droga y debía haber obtenido beneficios, pero ni si quiera podía cubrir los costes que tenia que pagar para mi padre y para Barry. Me puse a mirar por la casa y había algún que otro billete tirado por el suelo, con esto al fin podría cubrir los gastos.
Me daba lástima a mi mismo conseguir el dinero de esta manera, pero no tenía otra opción si quería dinero rápido y que mi padre no se enterara de ello... Al fin y al cabo, nada de lo que hiciese le agradaría al completo.
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Let me go || Rafe Cameron
FanfictionTras la muerte de sus padres, Evie debe dejar su vida como pogue atrás. Ahora, su tutela pertenecerá a su tía materna, lo que la llevará a vivir en Figure Eight y por tanto alejarse de sus amigos. Sin embargo, ahora otra clase de personas aparecerán...