Capítulo 45

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Evie.

Sin poder contenerme más, le doy una bofetada. Es un acto impulsivo, pero la rabia y el dolor que llevo arrastrando días explotan dentro de mí.

—¡Eso es por tus palabras en el Pelícano Club! —Le grito, sintiendo cómo las lágrimas amenazan con escapar de mis ojos. —¡Me hiciste sufrir tanto y ni siquiera has tenido la decencia de hablarme en estos días!

Rafe se queda en silencio, mirándome con una mezcla de sorpresa y culpa.

—Lo siento... —Dice finalmente, su voz tiembla. —Lo entiendo, Evie. No sé qué me pasó. Todo ha sido un desastre.

Las lágrimas brotan de mis ojos, y no puedo contenerme más. Siento cómo el peso de mis sentimientos se desborda, rompiendo las barreras que había construido a mi alrededor. Me acerco a Rafe, tocando suavemente la mejilla donde lo golpeé.

—¿Cómo pudiste hacerme eso? —Mi voz suena entrecortada, llena de dolor y confusión. La rabia se desvanece, y solo queda la tristeza.

Rafe cierra los ojos, como si mi pregunta lo atravesara. Sus palabras salen apresuradas, casi desbordadas.

—Evie, estaba en una situación complicada. No quería que pensaran eso de ti, no pienso eso... me arrepiento de lo que dije. —Se toma unos segundos de silencio. —Voy a demostrarte que no me avergüenzo de ti.

Al mirarlo a los ojos, siento que mi corazón se acelera. Ni yo sabía que este amor que siento por él es abrumador, más fuerte que cualquier resentimiento. Antes de pensar, me inclino hacia adelante y le doy un beso en los labios, a través de los barrotes que nos separan. Es un gesto lleno de significado, de promesas no cumplidas, y de una conexión que no puedo ignorar.

Pero el guardia interrumpe, su voz dura resonando en el aire.

—¡Eh! No pueden tocarse.

Retrocedo, avergonzada y aún temblando.

Rafe me mira con intensidad, y la tensión entre nosotros parece electrificar el aire.

—¿Qué pasó para que acabaras aquí? —Le pregunto, pero el miedo de lo que pueda decir me invade.

Rafe respira hondo, como si estuviera recobrando fuerzas para contarme la verdad.

—Nate... —Empieza, su voz baja y cargada de ira—Estaba haciendo comentarios sobre ti. Se estaba riendo de ti, diciendo que estabas buena para ser una pogue y otras barbaridades. No podía soportar que hablara así de mi chica.

El término "mi chica" me envuelve como una cálida manta, pero al mismo tiempo me inquieta. La idea de que se haya puesto violento por mí me emociona, pero no me gusta su agresividad.

—Rafe, no quiero que te metas en problemas así... —Le digo, intentando que entienda mi preocupación.

—No lo entiendes, Evie. No podía quedarme de brazos cruzados mientras alguien como Nate te insultaba. Te mereces el respeto que no pude darte aquella noche...

Asiento, aunque la rabia y el amor se entrelazan dentro de mí. No puedo evitar sentir que él ha cruzado una línea.

—Pero esto no es la solución, Rafe. Te van a hacer pagar por esto.

Se queda en silencio, el peso de sus acciones colgando entre nosotros. Después de unos momentos, dice:

—Lo sé. Y me arrepiento, de verdad. Solo... estaba tan furioso.

El sheriff Shoupe aparece en la entrada, interrumpiendo nuestra conversación.

—¿Ya le has contado a Cameron sobre su joven paternidad? —Pregunta, y veo cómo Rafe palidece, la confusión se refleja en su rostro.

—¿Qué? —Pregunta Rafe, mirándome como si hubiera perdido el hilo de la conversación.

El sheriff parece reir divertido, pero no espera a que le respondamos. Se retira, dejando un aire de tensión en la habitación.

Me vuelvo hacia Rafe, tratando de calmarlo.

—Era solo una excusa para entrar. —Le digo, intentando restar importancia a lo que acaba de suceder.

Rafe asiente, aunque la inquietud sigue en sus ojos.

—No puedo dejar que la gente hable de ti así. No puedo.

Me doy cuenta de que está hablando desde el corazón, y eso me enorgullece.

—Rafe, estoy agradecida por lo que hiciste, si es verdad que me defendiste, pero...

—Intentaré controlarme, lo prometo. —Murmura. —Pero no puedo evitar intentar protegerte.

El dolor en su voz resuena en mi pecho. Sé que se preocupa por mí, pero esto ha ido demasiado lejos.

—Lo sé, pero hay formas de manejar las cosas. No quiero que acabes en la cárcel por mi culpa.

Me muerdo el labio, sintiendo que la batalla interna entre el amor y el rencor está ganando terreno. En ese momento, el sheriff vuelve a entrar.

—Se acabó el tiempo. —Su tono es definitivo, y puedo sentir cómo la desesperación se apodera de mí.

Rafe se vuelve hacia mí, y sus ojos son un mar de emociones. Antes de que me pueda ir, lanza una broma.

—No olvides decirle a todos que estoy listo para ser padre... ¡el mejor padre del mundo!

A pesar de la situación, no puedo evitar soltar una risa nerviosa, y eso me hace sentir un poco más ligera. Pero la risa se desvanece rápidamente, y el dolor de la realidad me golpea nuevamente.

—Te veré pronto. —Le digo, intentando sonreír, aunque me duele.

Él asiente, y antes de que me aleje, sus ojos se encuentran con los míos, y hay un destello de algo que me hace querer quedarme.

Me vuelvo junto al sheriff para salir, pero en mi interior, un remolino de emociones me deja sintiéndome perdida. La noche puede ser oscura, pero en medio de la tormenta, quizás haya una oportunidad para nosotros.

Una última mirada a Rafe me dice que esto no ha terminado; apenas estamos comenzando a desentrañar los nudos de nuestra complicada historia.

(...)

Al salir de la comisaría, encuentro a Asher esperándome cerca de la puerta, recostado contra la pared, con las manos en los bolsillos y la mirada fija en el suelo. Cuando me ve, se incorpora y camina hacia mí. Su expresión es cautelosa, pero en sus ojos puedo ver la preocupación que lleva cargando desde que le pedí que me trajera aquí.

—¿Que sucedió? —Pregunta en voz baja, casi con miedo a la respuesta.

Siento que una mezcla de emociones me sube por la garganta, y solo alcanzo a asentir, intentando encontrar las palabras.

—Rafe está bien... aunque todavía no puedo creer lo que ha hecho. —Suspiro y empiezo a caminar hacia el coche, con Asher siguiéndome a mi lado. Cada paso es pesado, como si llevara todo el peso de la situación a cuestas. —Lo hizo todo por mi, al parecer el otro chico estaba hablando mal de mi y el... se descontroló.

Llegamos al coche y le explico todo lo que acaba de suceder dentro de la comisaría.

Me doy cuenta de que el agradecimiento que siento por él va más allá de las palabras. Después de todo, él ha estado ahí, apoyándome sin hacer preguntas.

—Ash... —Rompo el silencio mientras me abrocho el cinturón. —De verdad, gracias. Por todo esto.

Él me mira de reojo, y aunque intenta actuar indiferente, puedo ver el pequeño atisbo de una sonrisa en sus labios.

—Para eso estamos, Evie, somos familia. —Su tono es suave, pero firme, como si no fuera necesario decir nada más.

Pero hay algo en mi pecho, algo que he estado guardando, y ahora siento la necesidad de dejarlo salir. Lo miro, dudando por un momento, y finalmente susurro: —Sabes... creo que eres el hermano que nunca tuve.

Asher se queda en silencio, su expresión cambia, como si mis palabras le hubieran llegado más de lo que esperaba. Una sonrisa genuina y tranquila aparece en su rostro, y durante unos segundos, no necesitamos decir nada más. Nos entendemos sin palabras.

Let me go || Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora