Capítulo 44

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Evie.

La noche ha caído sobre la isla, pero yo sigo en mi habitación, incapaz de dormir. Me siento incómoda, el dolor de los últimos días no me deja en paz. Todo me duele. No solo mi cuerpo, sino también mi cabeza, mi corazón... el vacío que Rafe ha dejado en mí. Desde que escuché aquellas palabras en el Pelícano Club, siento que cada respiración me pesa, como si llevara una carga enorme encima.

La rabia que sentía hacia él sigue ahí, como un nudo en mi garganta, pero no puedo negar que lo echo de menos. Lo peor es que quiero odiarlo, pero mi corazón no me deja. No después de todo lo que hemos pasado.

Tumbada en la cama, miro el techo sin saber qué hacer. Las horas pasan lentas, y cada minuto parece un recordatorio de lo que perdí. Cada rincón de esta habitación me trae recuerdos de él, de nosotros, de las veces que pensaba que lo nuestro podría funcionar, que las cosas podrían mejorar.

Me digo a mí misma que fue una idiota por confiar en él, pero... ¿cómo se olvida a alguien a quien amas? A alguien que, a pesar de todo, me hacía sentir viva.

De repente, la vibración de mi teléfono me sobresalta. Está en la mesita de noche, vibrando incesante. Sin embargo no me apetece hablar con nadie.

Pero es Sarah. Puede ser importante y decido cogerlo.

—¿Qué pasa? —Pregunto, mi voz apenas un susurro.

—Evie... —La voz de Sarah suena extraña, tensa. —Acaban de llamar a casa. Es sobre Rafe. Está en problemas.

Siento cómo se me hiela la sangre. Mi pecho se aprieta al oír su nombre.

—¿Qué clase de problemas? —Me incorporo en la cama, sintiendo una punzada de miedo.

—Se ha peleado con Nate, un amigo de la familia. —Dice directa. —Lo arrestaron.

Mi corazón se detiene por un segundo. No puede ser. No él, no ahora.

—¿Qué? ¿Por qué? —Pregunto, mi mente a mil por hora, tratando de asimilar la noticia.

—Al parecer, se encontraron en la playa. Discutieron, y Rafe... perdió el control. Le pegó a Nate. Lo detuvieron, y están pensando en llevarlo a la comisaría central. Esto no pinta bien.

El aire se me escapa. Nate. Lo recuerdo perfectamente: él fue uno de los que se rió cuando Rafe dijo lo del arrabal. Pero aún así... ¿qué demonios hace Rafe golpeándolo? Me llevo las manos a la cabeza, mi estómago da vueltas. No puede ser verdad. Rafe no es así... o tal vez lo es, y yo simplemente me negaba a verlo.

—Esto no tiene sentido... —Murmuro. —¿Por qué haría algo así? —Mi voz suena rota, incrédula.

—No lo sé, Evie. Quizás todo lo que está pasando entre vosotros, el estrés de nuestra familia... —Dice suspirando. —Lo que sé es que lo van a llevar a la comisaría, y con lo del viaje a las Bahamas, esto solo lo empeorará todo.

Mi corazón se acelera. Si se lo llevan y después se marcha de la isla, no habrá vuelta atrás. Me invade una sensación de pánico, como si el tiempo se me escapara entre los dedos.

—Voy a verlo. —Digo sin pensar.

—Evie, no creo que sea buena idea...

Pero no lo escucho. Necesito verlo. No puedo dejar que se marche sin más, sin resolver esto. La rabia se mezcla con el miedo, y el miedo con la preocupación. Porque, a pesar de todo, no quiero perderlo. Aunque haya sido un idiota, aunque me haya hecho daño, no puedo dejar que termine así.

—Espera a mañana, ¿si? Te comunicaré todo lo que sepa pero ahora no son buenas horas para que salgas de casa.

Me levanto de la cama, sintiendo el pulso acelerado. No sé qué voy a hacer, pero si me quedo aquí me volveré loca.

Let me go || Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora