Evie.
Un pitido debido a la música del baile aún retumba en mis oídos mientras Rafe se inclina hacia mí. Sus ojos claro reflejan la luz de la luna que se filtra a través de las ventanas del coche y me parecen realmente hermosos. Mis manos todavía tiemblan ligeramente, pero no por miedo, sino por el cosquilleo que me deja su piel sobre la mía. No sé si ha pasado una hora o un minuto desde que el mundo dejó de girar para nosotros.
—¿Qué tal si te quedas conmigo esta noche? —Pregunta Rafe de repente, con una sonrisa pícara que lucha por disimular un trasfondo serio.
Me muerdo el labio. No esperaba eso. Mi plan era volver a casa antes de que Amelia notara que Asher había vuelto a casa y yo no, pero ahora, la idea de estar sola me parece insoportable. Quiero quedarme. Quiero arriesgarme. Por él.
—¿En tu casa? —Pregunto, aunque sé la respuesta. Mis pensamientos se arremolinan entre la razón y el deseo.
—Ajá... —Afirma, mirándome a los ojos. —Nadie se va a enterar, te lo prometo. No pasará nada malo.
Mi respiración se entrecorta. Sé que debería decir que no. Debería tener un plan más sensato, pero hay algo en la forma en que me mira, en la manera en que me ha demostrado esta noche que lo que siente es real, que me desarma por completo.
—Está bien. —Cedo, a regañadientes, aunque en el fondo de mi corazón hay una chispa de emoción que me quema. Y él sonríe de una manera que nunca antes habia visto en el.
(...)
Llegamos a la casa de Rafe en silencio, aunque la tensión en el aire es palpable. Abrimos la puerta principal con sigilo, las luces apagadas nos brindan la cobertura perfecta para avanzar hacia su habitación en el segundo piso. Cuando entramos, cierro la puerta detras de mí, conteniendo el aliento por un instante, escuchando si hay algún sonido, alguna señal de que alguien nos ha descubierto. Pero no se oye nada.
—Voy a enviar un mensaje a Ash. —Le digo mientras saco el móvil del bolsillo. —Le avisaré de que en la madrugada vuelvo. Necesito que me cubra por si acaso.
Rafe asiente, apoyándose en la pared con una sonrisa en los labios. Me observa en silencio mientras escribo a toda prisa un mensaje a mi primo, rogándole que no se preocupe y que cubra mi rastro en caso de que Amelia esté despierta.
Una vez hecho, dejo el móvil en la mesita de noche y me giro hacia él. Se acerca a mí, sus manos rozan mi cintura con tanta suavidad que parece que apenas me está tocando, pero ese contacto lo siento en cada centímetro de mi piel.
—¿Estás bien? —Me susurra, con una seriedad que rara vez le veo.
Asiento, aunque por dentro me siento vulnerable, como si estuviera desnuda en más de un sentido. Es como si con solo mirarme pudiera ver todos mis miedos, todas mis dudas. Sin embargo, hay algo en su presencia que me calma...
Nos tumbamos en la cama. Me rodea con sus brazos y me acaricia el cabello mientras nos besamos lentamente. Sus labios son cálidos, y por un momento, el mundo desaparece otra vez. No hay pasado ni futuro, solo nosotros. Y todo está bien.
Nos quedamos dormidos sin a penas ropa, simplemente bajo las sábanas y con el calor que emana de nuestros cuerpos. Y es una calidez que me encanta.
A la mañana siguiente me despierto de golpe, sobresaltada, mi corazón latiendo fuerte. La luz del sol se filtra a través de las cortinas de la habitación de Rafe. Miro el reloj: las 8:00 de la mañana.
Mierda.
Debería haberme ido hace una o dos horas. Habíamos planeado que yo me iría en plena madrugada, pero el cansancio y la comodidad de estar a su lado me jugaron una mala pasada. Me levanto de un salto, el caos en mi mente empieza a ganar terreno.
—¿Evie? —La voz de Rafe, aún adormilada, resuena desde la cama mientras me ve moverme por la habitación. — ¿Qué pasa?
—Son las ocho, Rafe. Tengo que irme. —Le digo mientras me apresuro hacia el baño de su habitación.
Me cierro la puerta tras de mí y me miro en el espejo. Mi reflejo es un desastre; el pelo revuelto y el maquillaje corrido. Suspiro, sintiendo cómo la adrenalina recorre mis venas. Me quito la ropa rápidamente y abro la ducha, esperando poder recomponerme lo más rápido posible.
De repente, la puerta del baño se abre y ahí está él, con esa sonrisa que logra desarmarme cada vez.
—¿Te duchas sola? —Pregunta, apoyándose en el marco de la puerta.
—Rafe... —Le digo en un tono de advertencia, pero en realidad, no quiero que se vaya. —No me puedo entretener.
—Venga, un poco... —Dice mientras se acerca y se mete en la ducha conmigo. Sus manos recorren mi cuerpo con una familiaridad que me hace sentir deseada. Todo mi nerviosismo parece desvanecerse en cuanto nuestras pieles se tocan bajo el agua.
Nos besamos de nuevo, y el tiempo vuelve a detenerse.
Cuando por fin salimos de la ducha, el reloj sigue avanzando en mi contra. Me visto a toda prisa mientras Rafe me mira, divertido, pero también comprensivo. Sabe lo que significa para mí volver a casa sin que nadie sepa nada.
Finalmente, me lleva de vuelta a casa en su coche. El lleva sus manos firmemente sobre el volante mientras yo miro por la ventana, perdida en mis pensamientos. A medida que nos acercamos, el nerviosismo vuelve a apoderarse de mí.
—Nos vemos pronto, ¿vale? —Me dice cuando nos detenemos frente a mi casa.
—Si. Y podrías escribirme un mensaje cuándo llegues a tu casa, ¿si? —Respondo con una sonrisa, aunque sé que estoy a punto de enfrentarme a algo incómodo.
Salgo del coche y el se aleja rápidamente sin que nadie nos haya visto llegar.
Entro a la casa intentando no hacer ruido, pero no llego muy lejos antes de que la voz de Amelia me detenga.
—Evie, ¿dónde has estado?
Me giro lentamente, intentando controlar mi expresión. Ella me mira con el ceño fruncido, sus ojos llenos de preocupación.
—Estuve con Sarah. —Respondo, intentando sonar casual—. Dormí en su casa después del baile. Topper nos dejó en su casa y no quería venir sola.
—¿Y Ash?
—Creo que volvió antes con Kelce o Rafe, no sé.
Amelia me observa en silencio, evaluando si me cree o no. Finalmente, suspira.
—Ten cuidado, Evie. La isla no es segura últimamente. No quiero que te pase nada.
Asiento, sintiendo una mezcla de culpa y alivio. Cuando finalmente me deja ir a mi habitación, me dejo caer en la cama, agotada. Saco el móvil de mi bolsillo y veo un mensaje que me hace sonreír como una tonta.
"Ya llegué. Y ya te echo de menos."
De Rafe Cameron.
Sonrío y, por primera vez en mucho tiempo, me siento realmente feliz.
ESTÁS LEYENDO
Let me go || Rafe Cameron
FanfictionTras la muerte de sus padres, Evie debe dejar su vida como pogue atrás. Ahora, su tutela pertenecerá a su tía materna, lo que la llevará a vivir en Figure Eight y por tanto alejarse de sus amigos. Sin embargo, ahora otra clase de personas aparecerán...