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-¡Hm!-ella infla sus mejillas y mira a otro lado enojada.

-Vamos.-

-¡Hm!- Ella estaba molesta y miraba a otro lado, cruzando los brazos.

Le dije lo que hable con el abuelo, que ambos ibamos a entrar a la escuela de defensa. Una escuela que van estudiantes con gran rendimiento, habilidad con los elementos, habilidad con las armas, conocimiento en las mazmorras, exploraciones en esta... entre otro cosas más, pero claro también van aquellos que no poseen habilidad, alguno de ellos son más como ingenieros, mineros o cargadores. Si quería entrar debía ser bueno en al menos en una de esas tres, el abuelo Renzo dijo que conoció a una humana que estaría dispuesta en ayudarme. Empezaría en un par de meses y estaría con ella hasta que cumpliera los 15 años para poder ir a esa escuela. Sin embargo, aquí estoy con alguien molesta y no quiere contestarme.

-Oye.-empiezo a tocar su mejilla con mi dedo y poco a poco podía verla que estaba sonrojada e hinchando las mejillas. -¿Sigues enojada?-

No me respondió nada, estaba resistiendo. Es irresistible verla así y no pensar que es demasiada linda. Mire a todos lados y si no quiere responder de esa manera pues...

-¡Chu!-beso su cuello y ella sobresalta. -¡Chu! ¡Chu! ¡Chu!-

Luego de 10 segundos ella me abraza con fuerza por lo que le hice. No lo pudo aguantar, también me sorprendí por su reacción. 

-¡Idiota! ¡¿Por que hiciste eso?!-me pregunta molesta.

-No me respondías y tenía que buscar la manera para eso.-le respondí.

-Pero aún así... ¡Hm!-me sigue abrazando apoyando su cabeza en mi hombro. -¿De verdad que entrarás a la escuela?-

-Sí. Es algo que el abuelo y yo hablamos, además... sería bueno aprender algo nuevo. ¿No crees? Podría de esa manera engañar a los demás y tener un ataque sorpresa, también puedo ser útil en la construcción de algunas armas y algunos transportes. Tomará trabajo, pero creo que valdrá la pena.-

-... Yo no quiero que te vayas. Pero, veo que ya está decidido.-

-Será un tiempo, de todas formas... nos volveremos a ver. Y cuando lo hagamos. Seremos más fuertes. De acuerdo.-

-Bien, entonces... deja que este así un rato más. Por favor.-

-Claro.-

Yo también la iba a extrañar, de todas formas, llevo cuatro años viviendo aquí junto a su lado y hemos estado juntos por mucho tiempo, riendo, bromeando, enojándonos, pero sobretodo, compartiendo nuestro preciado tiempo.

Entonces mis días desde ese entonces fueron algo repetitivos pero con algo distinto. Cada vez que pasaba los entrenamientos, en las tardes iba con Tifa, salíamos jugábamos o entrenábamos más, también veíamos los entrenamientos del gato rojo o Cat Red, o debería llamarlo: Sam. Era el nombre que Tifa quería ponerle, algo que a mí no me importo, de todas formas, es de ella.

Solamente me quedaban una semana para estar aquí y los dos acostumbrábamos a salir fuera del castillo, llegando a ver unas vistas hermosas, sentarnos y a charlar, pero ella de pronto se quedo dormida en mi hombro. Solamente la deje y yo seguí mirando el paisaje, ella sostenía mi mano mientras dormía, los días que estaba aquí solo los podía contar con los dedos.

-Así que aquí es donde vienen.-me sorprendo al escuchar su voz, volteo mi cabeza y puedo ver al abuelo. 

-Señor Renzo.-

-Solo abuelo.-me dice. -Ya no tienes que llamarme así.-

-Cierto... Abuelo. ¿Qué hace aquí?-

-Solamente vine a estirar las alas, además...-Sam salta al suelo y corre a donde estábamos nosotros para solo dormir. -Sam quería estar con ustedes.- 

El último usuario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora