Capítulo 4

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Aquellos ojos claros y profundos con los que soñaba desde niña le erizó la piel, ¿Cómo es que ese hombre está ahí frente a ella? Rápidamente se puso en pie con sus libros mal acomodados entre sus brazos.

Ebrain hizo lo propio y no quitó su mirada de ella, ¿Cómo es que la pensó, la esperó y básicamente deseó verla por una semana y ahora ella esté frente a él así sin más?

—Yo... yo lo siento, debo irme— Penny con los nervios a mil y con el temor de que él estuviera ahí solo para llevarla ante la ley, lo rodeó para entrar, pero el shock de Ebrain al verla caminar a la puerta le hizo reaccionar de manera impulsiva.

—¿Llegando a mi clase tarde, señorita?— Penny rígida se detuvo y giró rápidamente, lo miró con ceño fruncido.

—No sé lo que hace aquí, pero puedo asegurarle que si es por lo que pasó, nadie lo va a creer porque ha pasado dos semanas— respondió creyendo que él solo se burla de ella. Ebrain sonrió ante su gesto serio.

—Pude haber grabado eso que acabas de decir, pero no, no estoy aquí por eso. Soy su profesor señorita Penélope Koch— ella alucinada negó con incredulidad.

—Tú no puedes ser mi profesor, ¡Tú eres un streptease!— Ebrain tiró de ella y la pegó completamente a su cuerpo.

—Mucho cuidado con lo que dices— la miró tan serio que Penny sintió como aquella mirada la dejó más pequeña de lo que es ante él —aquí soy tu profesor y tu figura de autoridad, no te gustaría verme enojado, créeme— miró sus labios y sintió esa necesidad por besarlos así que sin más lo hizo. Él jamás se detiene ante una tentación, eso nunca.

Penny se vio sorprendida por aquel beso, ese idiota la está besando de aquella manera que le tiembla hasta las neuronas. Su cuerpo como si conociera aquel calor y aquella posesividad, reaccionó justo como lo hizo la primera vez. Sus manos se abrazaron más a los libros y correspondió ese beso, lo correspondió aun cuando no quería hacerlo.

—No vuelvas a tocarme— Ebrain movió la quijada por el bofetón que lo bajo de la nube, la miró a los ojos y con ganas de demostrarle que él es quien tiene el poder de hacer lo que quiera cuando lo desee, la rodeó para entrar.

—Nadie entra después que yo— Penny con boca abierta lo miró dar unos pasos, pero esa bofetada mental que se dio la hizo reaccionar rápido.

—Profesor— casi gritó, Ebrain por alguna razón le encantó escucharle decir eso, pero más le encantará que le diga de otra manera.

—Para ti soy, mi señor— Penny frunció el ceño, pero no dijo nada, él es su profesor y debe respetarlo, o por lo menos hasta que esté segura dentro del salón.

—Mi señor...— dijo no muy convencida —emmm, se le calló eso— señaló a su lado, Ebrain buscó con la mirada y ella aprovechó su descuido para correr junto a él y entrar a la clase. Todos la miraron alucinados y preocupados cuando el profesor entró después de ella —junto a tiempo señor, he llegado antes que usted— lo miró a los ojos y ambos se declararon una guerra silenciosa.

—Ha corrido con suerte esta vez, señorita— dijo únicamente y se dirigió a su pupitre —pero si no se sienta en los próximos diez segundos saldrá de mi clase— Penny se quedó fría, ¿Por qué es tan desagradable?

—Venga, Penny— Rosa la llamó apresurada, Penny saliendo de su descoloco, caminó rápidamente y se sentó junto a su amiga.

—Mi nombre es Ebrain Torres— se presentó —soy su profesor de matemáticas avanzadas— recorrió el salón mirando aquellas caras que ya conoce —si están aquí es porque su inteligencia tiene por lo menos un tercio de la mía— su mirada quedó prendada en los ojos celestes que por mucho que le moleste, se alegra de ver —conmigo las cosas son fáciles— desvió la mirada, ya se ocupará de tener a esa chiquilla astuta en su cama. No es propio de él meterse con joven citas y mucho menos si es una estudiante, pero sabe que si no la tiene jamás la sacará de su cabeza —llegan después de mí, no entran a mi clase.

Mi Posesivo ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora