Capítulo 7

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Viernes por la mañana, día en el que debería estar feliz por saber que se dedicará a lo que le divierte, pero en cambio siente nervios por saber que tendrá a esa chiquilla muy cerca de él por una puta semana.

Ebrain miró el techo y dejó escapar un profundo suspiro. Al parecer, que ella lo trate de manera seca e indiferente crea más deseos en él, es como si eso solo lo atrajera más.

Apretó su erección y jadeo al recordar el sueño de hace dos días, el mismo que aún lo excita como si aquello hubiera sido real y no un simple sueño.

Cabreado de estar pensándola, decidió salir de la cama para prepararse, antes de irse a Washington deben ir a la universidad para dejarlo todo en orden, tanto sus estudiantes como él.

Al entrar al baño, descargó la vejiga y rápidamente se metió a la ducha, su cuerpo está tan caliente y su polla tan dura que hasta orinar se le hizo bastante difícil. Cerró los ojos para calmarse, pero a su mente vino aquella mirada de ojos grandes y celestes. Inconscientemente llevó su mano a su polla y la aferró, empleó un poco de fuerza e inició a moverla lentamente, mordió su labio inferior recordando su caminado, recordando ese cuerpo aún cubierto por la ropa.

Recordó como ella tomó el control en su salón de clase y lo utilizó como nunca antes una mujer lo ha utilizado. El cuerpo de Ebrain experimentó vibraciones que le aportó un plus a ese placer que está sintiendo. Sus vellos se erizaron de manera exquisita, él simplemente disfruta pensar en ella a la hora de masturbarse.

—Joder...— susurró cuando su semen salió con tanta abundancia que abrió los ojos para ser testigo de aquello —maldita sea— apretó los dedos de su pie, su mano no se detuvo, simplemente quiere seguir recordándola y llenándose de esa ira para cuando la tenga solo para él en su puta cama destrozarla por no salir de sus estúpidos pensamientos —maldita sea, Penny, maldita sea— susurró agitado y débil por aquel orgasmo —la demora sea— sonrió y sin más abrió la ducha y se metió bajo el chorro de agua fría y rogar tranquilizarse.

Al salir de la ducha se miró al espejo y este reflejó una tanga roja en su cama, ladeo su sonrisa y recordó la nochecita que había tenido. Se giró y pudo ver también las esposas y los látigos que utilizó con su sumisa. Lo tiene todo y aun así piensa en esa chica que seguramente solo se la han follado en la pose de la vaca muerta y ya está.

—Eh amigo— Tryone entró a la habitación —¿Cómo coño no te vas a presentar hoy?— se tiró en la cama, Ebrain rodó los ojos, su amigo es un maldito bastardo que se mete a las casas sin más.

—Un día te daré una paliza por colarte en mi casa sin avisar— Tryone carcajeó.

—Venga tío, no vayas, ¿Qué coño harás en esa competencia? ¿Ver a tus estudiantes nerds resolver problemas que posiblemente nunca necesitarán?— Ebrain quitó su toalla para colocarse el bóxer.

—No lo entenderías. Así como tú crees que la psicología es lo máximo, yo creo que las matemáticas lo son, y mira que las matemáticas son más importantes— Tryone frunció el cejo.

—Las personas no fueran nada si no existieran los psicólogos— Ebrain carcajeó.

—No inventes, ¿Cómo yo estoy bien?

—Bien vuelto mierda diría yo— se mofó Tryone lo que hizo que Ebrain quedara con gesto serio.

—Vete a la puta mierda— bramó molesto —lárgate de mi casa, ya te dije que este fin de semana no iré al club, tengo trabajo y responsabilidades— Tryone torció el gesto.

—Iré contigo, investigué y hay un hotel junto al de ustedes. Por cierto— se puso en pie —le han dado el mejor hotel— Ebrain frunció el cejo, su amigo la lía hasta cuándo lo quiere.

Mi Posesivo ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora