Capítulo 41

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Ebrain sostuvo a Penny cuando dio un paso atrás. Sumergida en su asombro miró a su padre y a su nana, ella una mujer de tez morena, cabello rizado entre blanco y negro con unos hermosos ojos oscuros. Él un hombre de tez blanca, cabello liso entre castaño canoso, sus ojos miel y nariz perfilada.

—Mi niña, ¿Estás bien?— la rapidez con la que Penny la envolvió en un abrazo por poco las hace caer. Williams las sostuvo para que esto no sucediera y sonrió al ver a su hija aferrada a su abuela. No hay nada distinto en ese abrazo. Penélope siempre quiso a la mujer como si fuera de su familia.

—Estoy muy feliz— se separó y la miró a los ojos con los suyos cubiertos por las lágrimas —siempre te he amado y esta noticia no hará que te ame más porque no puedo amarte más de lo que ya te amo— sonrió al ver la mirada confusa de su nana —nan... abuelita— corrigió y Roxana sintió su corazón tan alterado que pensó explotaría por la emoción —yo te he amado desde siempre con todo mi corazón, por lo que amarte más sería explotar por tanto sentimientos— sin poder evitarlo volvió a abrazarla.

Isidora limpió sus lágrimas, esa chica es demasiado buena para este mundo, Ebrain sonrió al ver esa escena, ese amor es de los más reales que él ha podido presenciar. Williams no pudo con la emoción y por primera vez en mucho tiempo sus ojos ardieron por las lágrimas que en ellos se forma.

Gracias a su esposa hizo lo correcto y ahora está muy orgulloso de haberlo hecho. Finalmente su madre y su hija se aman sabiendo la verdad, finalmente perdonó a su madre de corazón y ahora está listo para no ocultarlo más.

—Ven aquí cariño— Roxana tomó la mano de Penny y la guio a uno de los sofás —sé que no me has pedido explicaciones y que jamás lo harás, pero me siento en la obligación de contarte cómo fueron las cosas— con delicadeza limpió las mejillas de Penny. Ella siempre le hacía saber el deseo de tener a cualquiera de sus abuelitos vivos y que ahora sepa que la tiene a ella la supera y descontrola al nivel emocional —yo como cualquier joven ingenua, soñaba con una vida de princesa, soñaba encontrar a mi caballero que me sacara de la triste vida que estaba viviendo— sonrió —cariño, antes las cosas no eran como ahora. Antes los negros solo podíamos ser los del servicio más no las señoras de la casa— acomodó un mechón de pelo tras la oreja de Penny quien la mira con tristeza —yo a mis veinte años trabajaba en la casa en la que mi difunta madre trabajaba, sí, eso es lo único que podíamos heredar los negros, los trabajos de nuestras madres o padres— río divertida.

—Abuelita— Roxana negó y la calló.

—No cariño, está bien— respiró profundamente y miró a los demás por unos segundos y después miró a su nieta —en esa casa vivían una pareja, el hombre era un importante político y su mujer la típica esposa perfecta de alta sociedad— mordió sus labios por unos segundos y después su mirada perdió la luz —tenían un hijo de treinta años, ese muchacho desde que me miró por primera vez me enamoró y yo creí haberlo enamorado a él también, pues siempre se metía en la casa de las sirvientas y me despertaba para mirar la luna mientras charlábamos, sino siempre que me asignaban arreglar sus aposentos él tardaba a posta para poder estar conmigo a solas, eso sí, siempre respetandome— el corazón de Roxana dolió demasiado al recordar esos tiempos —él me pretendía y siempre me defendía ante la furia de su madre, eso la hizo sospechar y por supuesto la llevó a tener una conversación para nada agradable— contrajo el gesto —me advirtió que no me enamorara de su hijo, que él jamás podría estar con una sirvienta, me gritó que sus nietos jamás tendrían sangre de una negra imperfecta e insignificante como yo. Me miró a los ojos y me dijo que si seguía seduciendo a su hijo no solo me echaría, me haría pagar la vergüenza que les haría pasar ante la sociedad— cerró los ojos al sentir la mano de su hijo en su hombro —por supuesto yo me asusté, la señora solía ser muy cruel y humillante... pero eso a Rafael no lo detenía, jamás demostró cobardía ante su madre— sonrió —o eso pensé yo, él me dijo que estaba dispuesto a huir conmigo, a hacer una vida lejos de sus padres, pero yo no lo acepté. Ellos tenían tanto poder que a donde sea que fuéramos podían hacernos la vida imposible, yo no quería que él pelease con sus padres y decidimos mantenerlo todo oculto, esa vez siendo más cuidadosos— miró los ojos de Penny —yo siempre creí en que llegar virgen al matrimonio era la más hermosa prueba de amor que se le podía dar a su pareja, pero Rafael me hizo cambiar de opinión y una noche, me llevó al lago que estaba cerca de la mansión y a la luz de la luna me hizo suya, con tanto amor, con tanta vehemencia que yo me enamoré aún más— suspiró profundamente. Aquella historia parece una de amor, ¿Por qué terminó mal? Pensó Penny viendo el dolor y la añoranza en los ojos de su abuela —pasó un par de meses y yo notaba cambios en mí, me negué a ir a un hospital, si asistía a uno mi señora se podía dar cuenta y si estaba enferma podría echarme solo para no contagiarla y yo no podía ser despedida, ¿Después que comería? Lo único que tenía era una casita que casi se me estaba cayendo encima y los trabajos no eran fáciles— limpió una de sus lágrimas

Mi Posesivo ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora