Capítulo 1

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Vestidas de negro, mirando el féretro frente a ellas con ojos perdidos, llorando con gran sentimiento, rompiendo el corazón de los pocos presentes quienes las miran con tristeza y empatía. Ellas realmente se ven muy afectadas por aquella muerte que no le ha importado a casi nadie.

—Hoy despedimos el cuerpo de nuestro hermano Edgar, pero con felicidad por saber que su alma descansa en paz— el padre miró a las cuatro chicas abrazadas y no pudo evitar sentir pena —le pido a Dios fortaleza para su familia y pronta resignación— Penny quien realmente está afectada por todo aquello miró al padre con una pizca de culpa, pero todo aquello se esfumó cuando el hombre la llamó al altar para decir unas palabras.

—Yo... Yo...— Rosalba sabiendo que debía subir, le dio un empujoncito que no le dio alternativa a Penny.

—Desmayate si es preciso— le susurró Rosalba antes de que se alejara.

—Habla con el corazón, hija— el hombre tanteó su hombro para darle fortaleza.

—Gra... gracias, padre— Penny miró a las pocas personas que asistieron al funeral y después a sus amigas quienes le miran con ojos acuosos —solo quiero decir que deseo de corazón que Edgar tenga un descanso eterno, deseo que en el cielo o donde sea que esté, haya personas a su alrededor dándole esa atención que pocas personas tuvieron en vida...— no pudo decir más, realmente le duele ver a una persona en su funeral y que solo seis personas estén presentes.

—Tranquila... tranquila...— Hannah la abrazó y la bajó de la tarima.

Una vez el cuerpo fue enterrado, las cuatro chicas se acercaron a uno de los presentes.

—Aqui está su pago— Hanna quien es la cabecilla de aquello frunció el cejo al ver la cantidad de dinero.

—Vamos a ver wey, no seas culero. Ella— señala a Penny —casi se desmaya y además se paró en la tarima, son cien más— el hombre disgustado, pero sin opción asintió y de su bolsillo sacó el dinero requerido —eso es mi rey, no te olvides de llamarme si hay otro funeral— le guiñó y junto a las chicas se alejaron en dirección a los coches.

—No sé cómo podemos hacer esto— Penny las miró, ellas no parecen sentirse mal.

—Eh bonita— Hannah negó —¿No es peor dejar a esas pobres personas solas sin recibir una lágrima por su muerte?— Penny mordió sus labios.

—Además— Nini agrandó su sonrisa —tenemos pasta para ir a divertirnos— Penny gimió al escuchar eso.

—Vamos, Penny... no te sientas mal— Rosalba sonrió —hacemos esto desde hace un mes y aún te sigue afectando. Diviértete joder— abrazándola por los hombros besa su cabeza —gracias por ser tan sentimental y así poder ganar más pasta— todas rieron, quizás la tomen de locas, pero ganar pasta por asistir a sepelios es algo fácil de hacer, las personas mueren todos los días y por lo general están solas.

—Por Dios— Penny miró su móvil y suspiró —es papá— les mostró el móvil y respondió a continuación, las chicas solo negaron, ella no puede ser una chica mala, es demasiado buena y sensible para ello.

—¿Dónde estás, Penélope?— el hombre al otro lado de la línea frunció los labios y su hija cerró los ojos, odia que le digan su nombre completo.

—Estoy con la señorita Hannah y las chicas, papá. ¿Qué sucede?— preguntó ella en voz baja.

—Necesito verte, ven a casa— Penny frunció el ceño.

—Creí que estabas en New York.

—He vuelto, te espero— sin más cerró, Penny dio un largo suspiro y miro su móvil por unos segundos.

Mi Posesivo ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora