15 | Corazón Roto

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Mis Papis siempre me han dicho que debemos tratar a la gente con amabilidad y respeto. 

Pero en algunas ocasiones siento que hay personas que no lo merecen.


— ¿Me podrías pasar el color amarillo por favor? — Hablo concentrada en lo que estoy haciendo.

Rachel y yo nos encontramos sobre la alfombra blanca del suelo de nuestra habitación coloreando dibujos de animales y princesas Disney. Nos encanta.

Mis Papis están en sus oficinas trabajando, así que amablemente nos pidieron que nos quedáramos en nuestra habitación para que no podamos hacer travesuras mientras ellos adelantaban cosas en sus computadoras.

— No. Lo estoy usando. — Mi hermana habla sin siquiera dirigirme la mirada.

Eso no es cierto. Acabo de ver y ella estaba usando el color azul, pero apenas le pedí el color amarillo ella lo agarró y empezó a colorear con él.

Desde hace varios días está así; habla muy feo y tiene una actitud muy grosera con todos. Tengo el presentimiento de que es porque hace una semana una familia se mudó a la casa de al lado y Rachel se ha estado juntando con la bebé de esa familia. 

Yo también me junté con Ana pero me di cuenta que era muy maleducada y grosera, así que no volví a salir al jardín para jugar con ella. En cambio, Rachel si siguió saliendo.

—Mm, está bien. — Simplemente trato de ignorar lo que acaba de hacer y simplemente agarro el color morado para seguir coloreando. Tendré que esperar a que Rachel deje de utilizar el color amarillo.

— Dámelo, lo necesito. — Estaba tan entretenida que me tomó desprevenida lo que hizo mi hermana.

Se acercó un poco a mi y rápidamente me quitó el color que tenía en mis manos para empezar a colorear con él.

Abro mi boca para reclamarle cuando veo que, por el rápido movimiento que hizo para tomar el color, alcanzó a hacer un gran rayón en el dibujo que estaba coloreando. Prácticamente dañó mi dibujo de la Princesa Rapunzel.

— ¡Oye, mira lo que hiciste! De nuevo... — Exclamo recordando la vez que mi Papi me regaló un libro para colorear y ella lo dañó rayando sus hojas y arrancándolas, seguidamente me jaló el cabello y finalmente nos castigaron.

— No me interesa. ¡Ay no me digas! Vas a ir corriendo a decirle a mis Papis lo que acabo de hacer. No me sorprendería, siempre haz sido una chismosa. — Habla a la vez que se levanta de la alfombra y se cruza de brazos frente a mí.

— Y-yo no soy una c-chismosa. — Trago el nudo de mi garganta y sigo coloreando como si nada, tratando de ignorarla. No quiero discutir con ella. 

Mi mágico mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora