10 | Pequeñas Mentiras

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— Que aburridas eres. — Rachel me habla dirigiéndome una mirada de disgusto.

Yo no soy aburrida.

Simplemente no me gusta desobedecer órdenes.

— No lo soy. — Le hago saber apretando mis puños a cada lado de mi cuerpo. No me gusta cuando tiene esa actitud conmigo.

— Sí lo eres. Siempre eres tan correcta que no sé cómo es que tienes amigos. ¡Cierto! Es porque yo te los he presentado. — Habla mirándome fijamente. 

Me duele que diga eso, aunque yo sé que se está dejando llevar por la rabia del momento.

Mis ojos se llenan de lágrimas pero no las dejo caer porque no quiero demostrarme débil ante mi hermana.

— E-eso no es cierto. — Mi voz se entrecorta por mi llanto. — Harry siempre me dice que soy muy divertida y le gustar pasar tiempo conmigo. Además cuando vamos a fiestas  de cumpleaños todos vienen a jugar conmigo apenas me ven.

— Pues piensa lo que quieras, yo me iré a jugar sola. Para mí, siempre serás una aburrida. — Habla tomando una pelota de voleibol en sus manos y sale de la habitación.

Yo me quedo sentada en la alfombra que hay en el suelo y me cruzo de brazos después de limpiarme las pocas lágrimas que salieron de mis ojos.

Yo no soy aburrida, me repito. Simplemente no quiero desobedecer la orden que nos dio mi Mami.

Rachel y yo queríamos salir al patio de la casa a jugar con nuestro balón de voleibol, pero empezó a llover fuertemente y mis Papis no nos dejaron salir. 

Así que mi Mami nos dijo que podíamos jugar en nuestra habitación con nuestros otros juguetes, pero nos prohibió el balón de voleibol dentro de casa porque podríamos romper algo.

Pero Rachel me ha estado insistiendo en que jugáramos en el pasillo mientras mis Papis están en la cocina haciendo la cena de esta noche. Yo le dije que eso no era correcto porque mi Mami ya nos advirtió de lo que podría pasar, pero mi hermana no me escucha y por eso ha dicho que soy aburrida.

Me quedo varios minutos más en la misma posición pensando en qué jugar yo sola cuando una agitada Rachel entra de nuevo a la habitación con el balón en sus manos. 

Ella me dirige una mirada asustada y con la respiración acelerada cierra la puerta un poco fuerte. 

Yo me alarmo y rápidamente me levanto de mi sitio y me dirijo a ella para preguntarle por qué está así.

Cuando ya estoy a su lado la puerta de la habitación se abre bruscamente y aparece mi Mami claramente enojada.

Dirijo mi vista a las manos de mi Mami donde se encuentra el florero que era de nuestra abuela, quién ya murió hace varios años y que me enteré cuando me adoptaron. Estaba totalmente roto.

Mi mágico mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora