18 | Pijamada II

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— ¡Es hora del baño, Bebés! — Escuchamos el grito de mi Tío Erick desde el interior de la casa.

— ¿Qué? ¡No! — Decimos los cuatro al mismo tiempo.

Estamos en el amplio jardín jugando a las atrapadas. Llevamos aproximadamente dos horas aquí, luego de haber tenido un delicioso y nutritivo desayuno.

Esta mañana, cuando desperté, me sentía desorientada porque no recordaba de la pijamada que estamos teniendo con Harry y Lucas. Al ver que estaba durmiendo al lado de Harry en la cama de mis Tíos sentí cómo mis mejillas se enrojecían. Ahí recordé que la noche anterior me había dormido en los brazos de mi Tío al haber terminado mi tazón de avena.

Mi Tío Tom me explicó que prefirieron dejarnos dormir ahí para poder estar más  cómodos y no despertar a Rachel y Lucas. Yo simplemente dejé pasar el hecho de que dormí junto a Harry después de haberle confesado que me parecía muy bonito. ¡Qué vergüenza!

—¡Claro que sí! No pueden estar todo el día en pijama. — Por el umbral de la puerta aparecen mis Tíos.

—¡Papi, por favor! Quiero seguir jugando. — Habla Lucas a la vez que no deja de correr para no ser atrapado por Rachel, quién es la encargada de hacerlo en ésta ronda.

—¡Yo igual! No quiero tomar un baño.— Exclamo y formo un puchero con mi labio inferior. Estoy en un lugar dónde puedo correr en caso de que mi hermana se acerque a mí.

—¿Quién dijo que debemos bañarnos todos los días? ¡Yo declaro éste día cómo el Día Internacional para no bañarse!— Harry expresa quedándose en medio del jardín alzando su dedo índice. Su voz suena totalmente agitada por estar corriendo todo este tiempo.

—¡Sí! — Los demás estamos de acuerdo con Harry y nos acercamos a él para formar un tipo de fila frente a mis Tíos, quiénes nos miran con una ceja alzada.

—¿Ah si? Entonces Erick y yo tendremos que ir a la heladería solos. — Al escuchar eso todos nos emocionamos y nos miramos entre sí. — Lástima que ustedes no nos pueden acompañar. No reciben bebés en pijama y oliendo terrible.— Mi Tío Tom se acerca a nosotros y pasa su nariz por arriba de nuestras cabezas oliendo nuestro aroma. —¡Iugh! — Se tapa sus fosas nasales con su dedo índice y pulgar, haciendo cara de asco para mayor énfasis.

Todos soltamos una suave risita por ésa acción.

—¡Eso no es verdad! — Rachel habla con una sonrisa en sus labios.

—¡Claro que lo es! En fin, vamos amor. Quiero un helado de Limón.— Mi Tío Erick habla y toma de la mano a su esposo para dirigirse dentro de la casa hacia la puerta principal.

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